El recinto donde se ubica el Hard Rock Stadium, en Miami Gardens, se ha convertido en los últimos años en un complejo deportivo referencia a nivel mundial. Tanto por la cantidad de eventos que organiza como por la capacidad de mutar su piel en tiempo récord, ya sea un encuentro de NFL, un Máster 1000 de tenis o un Gran Premio de Fórmula 1 (F1).Hay dos nombres propios para entender este ambicioso proyecto, el propietario de los Miami Dolphins, Stephen M. Ross, y el vicepresidente de operaciones de la franquicia, Todd Boyan. Ambos tuvieron la visión de que en torno a su franquicia se desarrollara un proyecto deportivo multideporte y con repercusión mundial.Lo explica perfectamente Tyler Epp, presidente del Gran Premio de Miami de Fórmula Uno en exclusiva a la Agencia EFE: "Lo vieron muy claro desde el primer día, esto tenía que ser un circuito de carreras de clase mundial, y queremos que los pilotos, los equipos, la competición y la FIA lo piensen así".Para Epp, el gran objetivo no es únicamente que la F1 se dispute en el recinto. "Esto tiene que ser algo más que coches circulando por un trazado. Esto es una experiencia a través de la comida, la bebida, el entretenimiento, la cultura… creo que está representado en el paddock, también en los accesos, en la marina, en la avenida y en los productos que vendemos. Es un concepto 'Disneyland' en torno a la carrera".El recinto del Hard Rock Stadium está considerado como una de las sedes más importantes a nivel internacional. "He podido hablar con los promotores de los grandes premios de Spa y de Montreal, que están aquí. Me preguntaron cómo habíamos podido organizar el Miami Open y la carrera de Fórmula 1 estando tan cerca un evento del otro", afirma Tyler Epp.La final del dobles femenino del Miami Open, el último partido del torneo, se jugó el 2 de abril. Desmontar la pista central demora normalmente unos cuarenta días, pero en esta edición de 2023 la organización ha tenido que hacerlo en únicamente dos semanas.En ese mismo espacio físico, el habitual campo de juego de los Dolphins, se levanta hoy el denominado 'Team Village', la zona de Hospitality de cada uno de los diez equipos del campeonato."Ha sido un trabajo de 24 horas al día y siete días a la semana durante casi un mes. Desde que terminó la final de dobles femenina del Miami Open, el último partido del torneo, no se ha parado hasta hace pocos días", comenta con orgullo Epp.La anticipación y la planificación son claves, y el propio Epp lo resalta: "Todo el mundo tiene reuniones ya programadas esta semana, comenzando el viernes, para hablar sobre lo que vamos a comenzar a hacer el próximo año".Los números impresionan, con más de mil personas implicadas diariamente en la transformación del estadio en autódromo, 179 carpas, 10 gradas temporales con capacidad para 57 mil 319 asientos, 21 espacios de Hospitality, más de 240 toneladas de aluminio, cuatro mil 500 toneladas de hierro para estructuras, 41 mil metros cuadrados de césped artificial, 18 mil metros cuadrados de vallas… todo en una finca de más de 207 acres de superficie.De todos los elementos arquitectónicos que componen este Gran Premio de Miami, la joya de la corona es el nuevo edificio para el paddock, construido en la zona norte del estadio en apenas diez meses.Fue el gran reto tras la primera edición de 2022: "Aprendimos que podíamos hacerlo mejor, para mejorar la experiencia en los hospitalities y también facilitar el trabajo de los equipos. Lo afrontamos de manera muy agresiva, construyendo un nuevo edificio con mucho esfuerzo y muchas horas de trabajo", explica Tyler Epp.Se trata de un espacio de 16 mil metros cuadrados y cuatro alturas, específico para albergar el Gran Premio de F1, y que durante el año podría ser utilizado también para otros fines.Epp resalta que desde la organización se piensa mucho en que los equipos y sus mecánicos puedan trabajar en las mejores condiciones: "Estas personas lo que quieren es venir aquí y trabajar de manera operativa, este nuevo espacio les permite hacerlo, y los equipos, a su vez, pueden recibir mucha gente en su hospitality".Boletos caros, y casi agotadosVivir como aficionado el Gran Premio de Miami no es barato, pero en las dos ediciones las entradas se han vendido a una velocidad de vértigo, incluyendo los paquetes más caros que ascienden a miles de dólares y que permiten vivir "una experiencia premium completa de mucho valor, que el dinero no puede comprar".En 2023 se ha reducido el número de aficionados locales: "Si dividimos al público entre locales, nacionales o internacionales; el porcentaje de personas que vienen de fuera es mucho más alto que el año pasado. No significa que no haya interés entre la gente de Miami, sino que la demanda desde fuera es altísima y hay un gran atractivo por venir a un lugar como este desde otros rincones del planeta", comenta Tyler Epp.El muelle con yates de lujo y las playas de agua artificial situados en la curva número siete sobreviven a la cantidad de memes que se hicieron sobre ellos en la edición de 2022, de hecho siguen siendo unas de las entradas más caras. Este año con agua real, y unos precios que rondan los 67 mil dólares para alojar hasta quince personas.Miami quiere posicionarse como uno de los Grandes Premios de Fórmula Uno con una identidad más marcada, en tan solo dos ediciones ya lo está consiguiendo, y aún tiene por delante ocho años más de contrato con la FIA.OF