Recuerdo los olores, sabores y recomendaciones de mi abuela, de quien aprendí a cocinar y a valorar diversos ingredientes y utensilios que se utilizan en la cocina del día a día. Ahora que ella ya no está valoro sus enseñanzas y revivo el legado culinario que me heredó.Josefa Aguiar Cuevas (1932-2017) se llamaba mi abuela, originaria de Zacatongo, Jalisco con quien viví después de que falleció mi madre, cuando yo tenía 19 años, mi abuela fue una excelente cocinera y con ella comenzó mi curiosidad y pasión por la cocina, tratando de igualar la sazón que adquirió desde muy pequeña, también con las enseñanzas de su madre, mi bisabuela, Porfiria Cuevas.Tortillas hechas a mano, verdolagas, tortitas camarón, de chinchayote o de calabacita rellenas de queso, capirotada de leche; pan de nata o de elote, platillos muy comunes para los habitantes de Jalisco, son sólo algunos de los que elaboraba con ingredientes frescos, comprados en el mercado el mismo día y en algún momento cultivados por ella misma; utilizando también utensilios simples, como el molcajete, un sartén de peltre o de barro y una torteadora.Difícilmente podré volver a repetir esos sabores y olores, los cuales forman parte de mi memoria, de mi herencia, en donde no sólo importa el pasado, sino el presente y el futuro; la memoria juega un papel fundamental, que permite la apropiación y reconocimiento de lo que somos.Es importante recuperar nuestra herencia a partir de la cultura alimentaria, justo porque se recobra la identidad familiar y local frente a la global, ésta tiene la consigna de utilizar ingredientes cultivados por nuestra gente, impulsando su desarrollo frente a las diversas problemáticas como son el cambio climático, la incorporación de sus productos en el comercio, que algunas comunidades opten por abandonar sus tierras y emigren a otras regiones y dejen de cultivar maíz o frijol, elementos tan importantes en la alimentación diaria.En lo personal aún voy al mercado a comprar frutas y verduras, tengo mis puestos preferidos, compro la carne con el carnicero de mi barrio; es decir, continuó con lo que aprendí de mi abuela, está por demás decir que aún cocino con sus utensilios y ahora estoy enseñando a mi hijo mayor, quien también ha mostrado interés en la cocina, y ya ha “echado” sus primeras tortillas con esa máquina que mi abuela me heredó, buscando con ello continuar esa tradición.Es crucial rescatar los conocimientos heredados por nuestros padres o abuelos y los platillos de nuestra tierra, de Jalisco; no está mal utilizar nuevos ingredientes o electrodomésticos más sofisticados, la identidad familiar no es estática, está en continuo movimiento, permite la mezcla de saberes y sabores generando algo nuevo, lo que sí es importante es no olvidar nuestra tradición, propiciar que las comunidades se revaloren y reconozcan como los grandes portadores de conocimientos.Los platillos heredados por mi abuela me sabían a gloria, siguen vivos en mi cocina, en mi paladar y en mi memoria, me interesa que ese ciclo de la diversidad cultural de nuestra cocina mexicana se mantenga en mi familia, con la esperanza de que pase a futuras generaciones, que no se pierdan y se sigan disfrutando.Esta entidad está compuesta por aspectos de índole multicultural que durante su proceso evolutivo ha forjado de manera distintiva su identidad. Sus habitantes como parte esencial de sus componentes producen la herencia cultural material e inmaterial, representada por su entorno natural, arquitectura, urbanismo y tradiciones, los cuales, se encuentran sujetos a un proceso constante de adaptación a los tiempos modernos