El escritor mexicano Gonzalo Lizardo publica este 2020 la novela histórica “Memorias de un basilisco”, dentro del sello editorial Martínez Roca (de editorial Planeta). La trama rescata una figura peculiar dentro de la historia mexicana: Guillén Lombardo, también llamado el Basilisco y nacido en William Lamport (en Irlanda). Este poeta y revolucionario vivió durante el virreinato, acusado de sublevación independentista y quemado en la hoguera por la inquisición.Con una formación en hermenéutica y literatura (con un doctorado en letras en la Universidad de Guadalajara), Gonzalo platicó cómo se acercó a este personaje para novelar su vida: “En realidad el proceso de escritura llevó dos pasos: primero fue la investigación histórica a partir de un texto, después vino la escritura. Apliqué la investigación y la hermenéutica, me sirvió para descubrir al personaje. Soy un narrador más que nada, quería hacer una novela sustentada en una parte histórica, con la comprensión del personaje”. Pese a las particularidades de Guillén (también considerado precursor de la independencia), Gonzalo encontró pocas referencias en la literatura: “La única es una de Vicente Riva Palacio, ‘Memorias de un impostor’. Me parece que es una novela donde el autor no alcanza a comprender bien la riqueza del personaje”. Por, ello Lizardo quiso profundizar más en los datos históricos para reconstruir la época: “Tuve que conocer su carácter, antes de comenzar la novela. El género de la novela histórica posee una ventaja: permite la mezcla de discursos, puede haber un poema, una reflexión filosófica en una misma página. Al ser novela se aporta imaginación creativa para rellenar huecos que la historia no permite llenar”. En la novela el autor recurre a entremezclar varias líneas narrativas: Guillén contando sus memorias (en un lenguaje barroco, pero modernizado), y las aventuras de su amigo, que trata de rescatar las memorias.Gonzalo abundó en ese olvido en el que vivió Lombardo, en parte por su historia de vida y sus intentos fallidos: “Guillén permaneció por más de dos siglos olvidado. Vicente Riva Palacio lo rescató como un posible precursor de la independencia. En la Enciclopedia de ‘México a través de los Siglos’ lo mencionan como un judío que busca hacer la primera proclama de la independencia. Pero la historia oficial es de los vencedores, y él fue un perdedor en ese sentido: fue preso y condenado por la inquisición. Creo que ahora, con nuevas formas de hacer historia, se da una reivindicación de esos héroes o antihéroes que sí dejaron su voz y su testimonio. Es una historia atractiva, precisamente por eso: permaneció oculta y su tragedia estuvo ligada al Santo Oficio”.Además de la formación literaria, el análisis que brinda la hermenéutica le dio la oportunidad de trabajar distinto a Guillén: “Por diez o quince años he trabajado en la hermenéutica. He escrito sobre la evolución de las maneras de interpretar. Guillén está ubicado en una parte clave de la historia: por un lado surge la reforma protestante, con un conflicto en Occidente entre protestantes y católicos, durante el mundo barroco. No lo hubiera podido entender si no me hubiera puesto a investigar esta historia de las interpretaciones. Es clave en la historia de la interpretación de Hispanoamérica”. Para comprender a un personaje, agregó Gonzalo, es bueno recordar la frase de Ortega y Gasset: “‘Yo soy yo y mis circunstancias’: en toda persona, para definir el sentido de su vida, tenemos que considerar el interior y el exterior de su ser”.Sobre la historia y su uso en la literatura, Gonzalo habló de otras de sus obras: “Mi primera aventura histórica fue ‘Jaque perpetuo’ (2005), con un par de cuentos históricos, uno precisamente en la Nueva España. Desde ahí conocí la historia de Guillén”. En su bibliografía después vino “Corazón de mierda” (2007), donde habla del emperador Lecumberri. A diferencia de sus otras exploraciones en la literatura histórica, “aquí el máximo riesgo fue la extensión. He tratado de que mis textos sean breves, pero aquí no podía escribirla en menos de 100 páginas. Al principio pensaba en 200 páginas, pero la novela fue creciendo”.El autor comentó que fueron 20 años desde que empezó a germinar la idea de escribir esta novela, con un proceso de escritura de 8 años, con un resultado que fue mayor a ese número de páginas contemplado: “Me pareció interesante al hacer una novela de este tamaño: una novela es como un matrimonio de largo plazo. Hay un prejuicio erróneo de que la gente prefiere las novelas cortas. Se suele decir que ‘si lo bueno, breve: dos veces bueno’. Pero yo digo que si lo bueno es breve, es dos veces breve. Creo que ahorita sí hay muchos lectores que se arriesgan con las novelas largas. Además esta es una novela de aventuras también: narra todas las cosas que le pasaron a este hombre. Y es de aventuras no solamente físicas, de acción, también metafísicas”.