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El legado de un hombre libre

Amigos, familiares, editores y lectores celebraron la vida y obra del escritor Luis González de Alba con un libro en el que se exploran sus diferentes facetas

A poco menos de dos años de su segundo aniversario luctuoso se recordó en el foro de la Casa ITESO Clavigero a Luis González de Alba, con la presentación del libro “Luis González de Alba: Un hombre libre”, donde Maya Viesca lo definió como un ser extraordinario, por tener una personalidad inclasificable. Rogelio Villarreal, periodista y coordinador del libro, recordó los inicios del proyecto, cuando hace cerca de tres años Alberto García Ruvalcaba (editor de Tedium Vitae, donde se publicó el título) les propuso hacer un video sobre populismo. Luis participaba haciendo una crítica al populismo de “ya saben quién”, además del populismo priista. La siguiente propuesta, señaló Rogelio, era hacer un video sobre Luis, con testimonios y ejemplos de su trabajo, pero su muerte el 2 de octubre de 2016 se interpuso.

Como homenaje, García Ruvalcaba y Villarreal decidieron convocar a amigos, colegas y escritores para hacer “un amplio conjunto de voces, de testimonios, de relatos y crónicas sobre la vida y obra de Luis”. El libro recoge entrevistas, cartas, artículos sobre él o su obra, en una mezcla de textos ya publicados e inéditos. En total son 31 colaboradores que en conjunto forman un retrato hablado del amigo, su labor como militante del 68, escritor de ficción, divulgador de la ciencia, activista por los derechos de los homosexuales, poeta, músico y traductor.

Villarreal versó sobre los invitados al libro y sus temas tratados, como JIS, el famoso monero que colaboró en “Las mentiras de mis maestros” y cuyas viñetas recoge el libro, o sus amigos, los escritores Leo Zuckerman y Rafael Pérez Gay (también su editor en Cal y Arena), Ariel Ruiz (quien lo entrevistó sobre el 68), el músico y escritor Román Revueltas, Carlos Beltrán (“quien lo acompañó en las aventuras por la defensa de los homosexuales y activista en contra del VIH”), Hugo García Michel (“critico de música quien lo entrevistó sobre sus gustos musicales”) o Rosa Albina Garavito Elías, “quien fuera guerrillera en los años setenta para después incorporarse al proceso de democracia”, como señaló Rogelio. Garavito “hace una crítica dura, interesante. No es un libro complaciente en ese sentido”.

En su intervención Maya Viesca recordó que fue en 2010 cuando González de Alba participó en el Café Scientifique, programa que ella coordina desde 2004. Luis acudió a la sesión de aniversario y presentó la charla “El final de la ciencia clásica. La caída del telón que duró mil años”. Pese a su abundante conocimiento sobre la ciencia, el escritor era claro al afirmar su vocación, recordó Maya al citarlo: “No soy un científico, soy un hombre enamorado de la ciencia”.

De “Un hombre libro”, Viesca afirmó que “Este libro es una forma de devolverle la mirada, que desde sus diferentes trincheras (política, divulgación, promotora de derechos) siempre compartió de manera generosa”.

René González, amigo de Luis y colaborador del libro, elogió durante la presentación la constante sinceridad del escritor: “Luis era de una franqueza apabullante. Él se decía ‘Metepatas’: estaba muy orgulloso de algunas descomunales que les hizo a varios tótems de la cultura mexicana como Carlos Monsiváis o Elena Poniatowska. Metidas de pata que le costaron su salida de La Jornada, diario del que era destacado articulista y accionista fundador”.

René apuntó que para Luis, como para Terencio, “nada de lo humano le era ajeno”; pero igual que otra frase de Terencio, agregó René: “El servilismo produce amigos; la verdad, odio”. Por ello esa franqueza y crítica a la hipocresía “le costaron el ostracismo y la expulsión de ese coto cerrado de la autodenominada izquierda institucional mexicana. Cuestión que le causaba una curiosa mezcla entre hilaridad y orgullo”, comentó el presentador.

González recalcó el interés de Luis por las lenguas extranjeras, sin descuidar la propia: “Como buen humanista era políglota, dominaba el inglés, francés, italiano, griego, hebreo, pero sobre todo el español. El buen español del que hacía gala como ensayista, novelista, traductor y poeta. Apasionado melómano también era pianista e hizo sus pinitos como compositor”.

Carlos Enrique Orozco, profesor del ITESO y experto en comunicación de la ciencia, comentó la labor de González de Alba como divulgador de la ciencia, que “le hizo ganar el Premio Nacional de Periodismo en 1997”. Luis “ejerció principalmente en periódicos, revistas y libros, pero también en la televisión… Cuando empezó casi nadie lo hacía en México en diarios de circulación masiva”.

Fue gracias a una invitación fallida cuando Carlos Enrique descubrió el método de Luis para comunicar masivamente los descubrimientos y avances en la ciencia, en temas tan distantes como la física cuántica o el genoma humano. Orozco lo invitó para impartir un curso en la Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura del ITESO. González de Alba no aceptó la propuesta y resumió su método: “Leía revistas científicas, entendía lo que decían, consultaba la Enciclopedia Británica y se ponía a escribir de la forma más clara posible”, recordó el profesor del ITESO. La broma de Luis era que eso se los podría contar en quince minutos, ¿qué hacer el resto del semestre? Como recomendación, Carlos Enrique mencionó su libro favorito de Luis como divulgador: “Los derechos de los malos y la angustia de Kepler”.

Tras la presentación y al abrir el micrófono a los asistentes, Adrián González de Alba, sobrino de Luis, abundó en la anécdota mencionada por Villarreal sobre la muerte de Luis. En su habitación dejó una camiseta sobre la lámpara, con una frase en griego que resultó ser el epitafio de Kazanzakis: “No espero nada, no temo nada, soy libre”. Un mensaje “que estuvo a punto de pasar inadvertido”, escribe Adrián en una de las colaboraciones del libro, y que refleja la manera en que Luis vivió toda su vida.

Lo que transmite

Más allá de sus libros publicados, Luis González de Alba legó parte de su archivo personal. Durante la presentación Villarreal habló de la donación que hizo en vida: “Luis donó varios paquetes, una serie de documentos importantes sobre el 68 al Archivo General de la Nación, que casualmente está donde era la cárcel de Lecumberri, donde estuvo preso. Decidió también por la relación que tenía con el ITESO donar su biblioteca”.

Son más de cuatro mil títulos los que se incorporarán a la biblioteca del ITESO, que actualmente está en remodelación. Adrián González de Alba agregó que mucho del material relativo a la sexualidad se donó a la fundación comandada por Alonso Hernández: “Es una memoria de la comunidad gay”.

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