Trabajadores de la basura no paran, pese al clima, días festivos y riesgos
Más de mil trabajadores de Caabsa laboran en Guadalajara, Tonalá, Tlajomulco y El Salto
Recolectar la basura casa por casa en la metrópoli, además de ser un lujo por el que países desarrollados pagan enormes cantidades, es un esfuerzo que no para.
“Los que recolectan lidian con el clima, con días festivos. Cuando no pasan, la gente se preocupa. Es un gran trabajo que nunca para y es gente que está en riesgo por estar en contacto directo con los residuos, es pesado cargar botes, subir y bajar del camión”, dice Eduardo Cantú, director general de Caabsa Eagle.
Para brindar el servicio en Guadalajara, Tonalá, Tlajomulco y El Salto, trabajan mil 012 personas recolectando la basura a diario por parte de la concesionaria.
“El servicio nunca para. Ni siquiera cuando la pandemia estuvo en su punto más álgido. Reforzamos las medidas de higiene y seguridad, descansamos a parte de nuestro personal que estaba en una situación de vulnerabilidad, pero seguimos trabajando”, agrega Óscar Hernández, gerente jurídico de la empresa.
Cantú acentúa que a raíz del cierre del relleno sanitario de Los Laureles, cambió la logística y la operación para que la ciudadanía no se viera afectada. Hoy se tiene más del 90% de cobertura en el servicio de recolección.
“Al día camino 10 kilómetros para recolectar toda la basura”
Todos los días, César camina 10 kilómetros en promedio. No es que sea corredor, caminador profesional ni mucho menos deportista. Es auxiliar en los camiones recolectores de basura de la empresa Caabsa Eagle.
Es el que suena la campana para anunciar que va pasando y que, con rapidez, recoge las bolsas y las echa al camión.
“Nunca he contado los kilómetros exactos, pero hace unos años en Santa Tere tenía un reloj digital que contaba las distancias y los pasos… y ese día me marcó 10 kilómetros. Al principio sí te cansas, pero a todo te acostumbras”, comparte mientras pasa de una casa a otra recogiendo todas las bolsas y los botes de basura.
César se despierta a las cinco de la mañana para estar a las seis en su trabajo, cerca del Rastro en el Municipio de Guadalajara. Tiene 12 años en este oficio.
“Todos los días es la misma ruta. Caminamos, levantamos el montón, atendemos a la gente, sonamos la campana. Me gusta el trato con la gente, trato de atenderlos bien y me conocen”.
Lo más difícil es aguantar el Sol y la lluvia. Por eso usa un gorro que le cubre hasta el cuello, pero a veces se unen los malos tratos de los automovilistas que no respetan su trabajo: “Están pite y pite, nos gritan de cosas. Uno tiene que aguantar eso”.
Para comer no es más sencillo
“Como dicen: trabajando y comiendo. Para el baño hay gente muy amable que nos deja pasar. Uno se acostumbra al olor fuerte, a ver, a agarrar la basura. Me ha tocado que me he pinchado dos o tres veces, a pesar de tener guantes de seguridad, pero nada grave. Ni me he enfermado. Es que dicen que nosotros agarramos anticuerpos”, agrega al verse las manos.
También ha tenido accidentes, como aquel en el que se lastimó el tobillo por subir y bajar escaleras con las bolsas de basura.
Tras la ruta diaria de recolección, tienen que vaciar el camión. Ante todo, llega a su casa entre cinco y seis de la tarde, pero su familia nada reprocha.
“A mi familia le gusta, es un trabajo honesto, que me permite sacarlos adelante. A mí me gusta mucho, seguiría hasta que Dios me dé licencia”.
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“Quisiera trabajar diario”
A las cuatro de la mañana suena el despertador de Mauricio Ramírez, quien tiene 45 años.
Y sale de su casa media hora después para tomar el camión rumbo a su trabajo como chofer del camión recolector de basura de la empresa Caabsa Eagle, donde comienza la ruta en punto de las 7:30 de la mañana. “Llego, reviso el camión, desayunamos afuera del trabajo y a darle”.
“Me gusta mi trabajo, quisiera trabajar diario, me quita el estrés. Jugamos, platicamos… nos hacemos el día. Hay quienes lo ven poca cosa, pero es muy cotizado para otras personas”.
Desde temprano conduce el camión blanco. Mientras saluda a los vecinos por la ventana, mira por el retrovisor que ningún auxiliar se quede atrás y que todos se agarren bien para ir de calle en calle recogiendo la basura de las casas. Pero también que no se atraviese la gente.
“Como trates a la gente, la gente te gratifica. Entre más trabaje uno, ganamos un poco más”.
Hace 23 años que inició en este oficio, primero como recolector, pues desde los 13 años le ayudaba a su papá en el servicio, quien también fue chofer. Después tuvo que cambiar a conductor hace 11 años a causa de haberse lastimado la espalda.
Durante su trayectoria, Mauricio compartió que ha tenido anécdotas buenas y sorprendentes, como la vez que se encontraron alhajas de oro con valor de 35 mil pesos.
Ese día “lo sentí como caído del cielo”, pues él y su familia, conformada por sus cuatro hijos y su esposa, habían planeado un viaje y, lo que le tocó en el reparto del dinero, era lo que le faltaba para completar el pago: “Fue una bendición de Dios”.
Pero también ha tenido malas experiencias por ciudadanos que arrojan desechos peligrosos a la basura.
“Enfrentamos peligros con las agujas y los vidrios. Muchas veces la gente inconsciente echa los vidrios y no dice nada.
Pero también hay otros riesgos, como las mordeduras de perros, alcantarillas abiertas y la delincuencia en las calles”.
Aunque pasa más tiempo trabajando fuera de casa, su familia está contenta.
A veces les pregunta a sus hijos (que van a la prepa) si les da vergüenza. Pero es al contrario: se sienten orgullosos de Mauricio.
Refuerzan equipo para mejorar todo el servicio
Fue por el cierre de Los Laureles, que la empresa CaabsaEagle se vio obligada a incrementar el equipo de transferencia, lo que conlleva más inversión.
Aunque ayuda la planta de transferencia de La Nogalera y un par municipales, han trabajado las 24 horas del día.
Eduardo Cantú, director general de la empresa, señala que también se incrementó la plantilla laboral para tener un turno vespertino. Y recorrieron el horario de los trabajadores para sacar adelante la recolección y distribuir las cargas en las transferencias. “Seguimos trabajando en la logística para mejorar el servicio de recolección que se merecen los tapatíos. También escalonamos la llegada de las unidades para que no se aglomeraran en las plantas de transferencia… estamos eficientando la recolección”.
Camiones recolectores
Municipio | Total |
Guadalajara | 163 |
Tlajomulco | 45 |
Tonalá | 30 |
El Salto | 14 |
Total | 252 |
Puesto | Guadalajara | Tonalá | Tlajomulco | Eco5 |
Auxiliar | 428 | 95 | 125 | 36 |
Chofer | 205 | 34 | 58 | 19 |
Chofer | 645 | 129 | 183 | 55 |
“Me gusta ver la ciudad limpia”
Una ciudad limpia es lo que motiva a Juan a seguir en un oficio al que llegó, como dice, “por los caminos de la vida”. Con playera de manga larga, a diario levanta bolsas y botes de la calle para llevarlos al camión recolector de basura.
“Diario me levanto a las cinco de la mañana y empiezo a laborar a las seis. Lo que más me gusta es limpiar la ciudad. Siempre es la misma ruta desde hace 10 años, aunque en realidad no hay nada que no me guste”, expresa mientras abre y cierra el compactador de basura.
Aunque enfrenta peligros, comparte que “la gente no tiene la cultura de tapar las jeringas y nos las enterramos en las manos… ya me he enterrado varias, pero no me ha pasado nada”.
Para ser auxiliar de ruta se necesita fuerza, rapidez y agilidad, pues el camión se detiene unos segundos y avanza, mientras son los recolectores quienes tienen que llevar la basura de las casas o las esquinas al camión, para compactarla y seguir.
Aunque sabe que la ciudadanía valora su trabajo, también pidió que, al tirar objetos peligrosos como vidrios y agujas, avisen para que tengan ese cuidado, así como no dejar la basura en las esquinas.
Juan es contador, pero prefiere ser recolector
Desde hace 15 años, Juan Antonio Mercado es auxiliar de recolección de basura. En ese tiempo, decidió estudiar Contaduría por un tío y, aunque le gustó, es más el gusto que tiene por andar en las calles recolectando los desechos de la gente. Hoy tiene 40 años de edad.
“Es muy bonito este trabajo. Yo soy contador y aquí estoy. Me gusta porque de aquí saqué mi carrera mientras trabajaba, pero no quise ejercer porque me gusta más socializar con la gente. Esto me dio para mi carrera y la idea también es sacar la de mis hijos”.
Su rutina comienza desde las 4:30 de la mañana para empezar a las 6:00 en la base de operaciones cerca de la Terraza Oblatos. A las 7:00 sale el camión del lugar.
“Uno pasa más tiempo en la calle que con la familia. Siempre es la misma ruta de 80 cuadras y los compañeros nos apoyamos cuando un camión se descompone”.
Es por el tiempo fuera y el trato que tiene con la ciudadanía, que se familiariza tanto con las personas. Incluso, les ofrecen el desayuno y sin problemas los dejan ingresar al sanitario cuando lo requieren.
“Este trabajo tienes que disfrutarlo, te tiene que gustar. Lo único que cambiaría es que la gente fuera más ordenada y no dejara su basura en las esquinas, porque también por eso se tapan las alcantarillas (durante las lluvias). Pero nuestra satisfacción es que le gente nos trate bien y hasta nos invitan a desayunar. Es porque hacemos bien nuestro trabajo y lo valoran. Nos dan para el refresco y en Navidad nos dan nuestro detalle”.
Aunque en general los habitantes de las calles de su ruta en Guadalajara son amables, hay automovilistas a los que se tienen que enfrentar, pues les han llegado a echar los autos encima y los tienen que torear para no ser atropellados.
“Las agujas y los vidrios son peligrosos, pero el objetivo de socializar con la gente y familiarizarnos con ellos es explicarles, para que nos avisen cuando haya objetos así. En tiempos del COVID-19, por ejemplo, la gente sola la separaba y aventaban las bolsas al camión para no ponernos en riesgo. Es llevarse bien y hablar con la gente para que sepan. Uno está más aquí que en casa”.
Juan comparte que no cambiaría su trabajo por nada, ni por ejercer la Contaduría. Sin embargo, para sus hijos quiere una vida profesionista.
CT