Con cinco casos de COVID-19, en 14 días, Islandia vuelve a la normalidad
El país nórdico ha levantado las restricciones para la vida pública y actividades recreativas
Islandia, con la menor tasa de incidencia de COVID-19 en Europa, levantó esta semana una serie de restricciones a bares, piscinas y gimnasios, mientras recupera una vida casi normal, concentrándose ahora en los controles fronterizos.
Con sólo cinco nuevas infecciones (sin contar la veintena de casos detenidos en las fronteras) en los últimos 14 días, la epidemia se encuentra en su nivel más bajo desde hace más de cinco meses y su tasa de incidencia es la menor de Europa, fuera de la Ciudad del Vaticano que reporta cero, según los datos oficiales.
El país es el único desde hace tres semanas clasificado como “verde” en el mapa del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), lo que significa que las naciones de la Unión Europea (UE) no deberían exigir pruebas o cuarentena a los viajeros procedentes de la isla.
Desde mediados de noviembre, el Gobierno ha ido relajando progresivamente sus restricciones, en cuatro oleadas, en una estrategia calificada de “alivio prudente”.
Según Vídir Reynisson, un alto responsable de la Policía y convertido en uno de los voceros, el éxito de la baja de contagios se debe a “la voluntad de la nación de cumplir con todas las restricciones establecidas, la fuerza de nuestra comunidad médica para hacerle frente y, por supuesto, la combinación del seguimiento de los casos de contacto, las pruebas y la secuenciación de todos los casos positivos”.
Islandia también ha reforzado sus ya estrictas medidas en las fronteras. Desde el 15 de enero, los viajeros deben someterse a dos pruebas PCR al inicio y al final de cinco días de cuarentena, en particular al llegar al aeropuerto internacional de Keflavík, donde se concentra 98% del tráfico.