Viviendo de palabras
No se ve muy bien lo que viene para Andrés Manuel López Obrador. Y es que no se puede vivir eternamente sólo de palabras.
Es un mago, es cierto, para hablar y construir realidades paralelas, pero al momento de estar cumpliendo seis meses al frente del Gobierno varios de sus argumentos empiezan a agrietarse.
Donald Trump, dentro de toda su necedad, y en medio de las amenazas de cobrar un arancel a los productos mexicanos, le tocó una fibra muy sensible al Presidente mexicano.
Cuando López Obrador contestaba a las amenazas de Trump con mensajes de concordia y buena voluntad, palabras más, palabras menos, el jerarca estadounidense le aclaró vehementemente: “Más acciones, menos palabras”, recordando que su amenaza con los aranceles surge del hecho de que el Gobierno mexicano (con o sin razón) no ha hecho gran cosa por frenar el ingreso de migrantes centroamericanos a México, o por tratar de frenar o inhibir su marcha en territorio nacional rumbo a la frontera con Estados Unidos.
Menos palabras y más acciones.
Y en la semana, a manera de confirmación a la percepción que Trump tiene de nuestro Presidente se dan dos eventos significativos:
Cuando un tribunal ordena la suspensión de la obra del Aeropuerto de Santa Lucía a petición de un empresario que demanda que exista un estudio de impacto ambiental, aparece el secretario de Comunicaciones y Transportes, el ya famoso Javier Jiménez Espriú a informar que no se puede parar la obra de algo que no se ha iniciado.
A buen entendedor pocas palabras: pese a ser el proyecto que arrancó a la par del sexenio no se ha hecho nada tangible, mucho menos de los trabajos de preparación para la construcción de un aeropuerto.
Y aquí, en Guadalajara, mientras el Presidente había insistido que la inauguración de la problemática y cara Línea 3 del Tren Ligero estaría para enero del próximo año, los expertos, el Colegio de Ingenieros Civiles de Jalisco, como voz autorizada, acotó que si bien se podrá inaugurar en abril del próximo año, lo más probable es que sea hasta finales del 2020. Al fin tiempos de ingenieros y arquitectos.
Y habría que echar un ojo también a las otras dos grandes obras “cómo van y cómo avanzan”: la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya.
Hoy sólo existen en las mañaneras y en los discursos de López Obrador.
Su problema es que el tiempo avanza, se aprieta, y se van a necesitar más acciones y menos palabras.
Claro que el Presidente tiene la habilidad de maquillar y transformar cualquier evento a través de su discurso, es un mago, pero siendo el jefe de la Nación dudamos que pueda sobrevivir mucho más sólo con palabras.