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Teatreros en la contingencia sanitaria

Para quien tiene un grupo de teatro independiente, o quien financia un espectáculo de teatro con sus propios recursos o con fondos gubernamentales obtenidos vía convocatorias, la contingencia sanitaria es un mazazo a sus finanzas, a su agenda de trabajo, al trabajo de sus compañeros y a la planeación del año. Nada más entre marzo y abril ya pueden contarse unas 15 cancelaciones o suspensiones de espectáculos que tenían programadas funciones o temporadas en foros de Guadalajara.

El impacto económico de la contingencia alcanza, claramente, a cualquier persona que depende de su propio negocio o proyecto, desde una tienda de abarrotes hasta servicios específicos: los profesionales y empleados independientes. El teatro no es ni el sector más grande, ni el más relevante para la economía mexicana, pero en él trabajan unas 23 mil personas, según las cifras de la Cuenta Satélite de Cultura para 2017; estos datos, sin embargo, no alcanzan a considerar el enorme peso de los trabajadores informales: aquellos artistas, productores o creativos que trabajan sin respaldo de un contrato o prestaciones de ley.

Cuando estos artistas deciden producir un espectáculo para el público, invierten dinero y muchos otros recursos valiosos (como su tiempo) que luego deberán recuperar o capitalizar de alguna manera. La taquilla es una mala aliada, como sabe cualquier teatrero tapatío: para usar un teatro hay que lograr un convenio económico, por ejemplo, que deja 70% de la taquilla para los artistas; si hay poca taquilla, si no hay financiamiento, si los empleados del foro trabajan horas extra, la utilidad mengua todavía más.

Los artistas reparten su tiempo y su talento en diferentes ocupaciones —ofrecen talleres, participan en labores de docencia, dan servicios privados— y, aunque las taquillas den malos ingresos, les permiten mantenerse activos y generar un currículum que respalde la calidad de su trabajo. Gracias a las presentaciones de sus obras, coreografías, performances e instalaciones, los artistas consiguen consolidar una trayectoria que los autoriza públicamente como creadores profesionales. Los ciudadanos y los empleadores, así, llegamos a conocerlos y reconocerlos.

Para ellos, pues, dar funciones es vital, y para algunos es un logro auténtico tras el esfuerzo económico de empujar presentaciones independientes. La cancelación de funciones en los teatros y foros de la ciudad los tiene en paro técnico.

Después de la contingencia pasarán muchas cosas: así como tanto ciudadano bienintencionado pide que consumamos productos locales y prefiramos a los pequeños negocios que son nuestros vecinos, los artistas de la ciudad necesitarán que los ciudadanos los ayudemos a reconstruir sus rutinas de trabajo. Habrá que volver a los teatros, pagar boleto y comprobar que nuestros artistas hacen un trabajo valioso e irreemplazable.

Como se ha discutido en este espacio varias veces, no todo el teatro que se presenta en la ciudad tiene la misma calidad, ni todo es igualmente satisfactorio. Pero, precisamente, ir al teatro nos permite, a los ciudadanos, identificar el trabajo bien hecho y convertirlo en patrimonio de nuestra comunidad. Cuando acabe la contingencia, tendremos nuevas oportunidades para hacerlo.

ivangonzalezvega@gmail.com
 

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