Sin cambios en el frente
Apenas ha comenzado el año y el número de policías y guardias caídos en combate sigue siendo superior al de los delincuentes eliminados. El asalto al reclusorio de Ciudad Juárez, los combates en Tamaulipas, Veracruz, Sinaloa, Guanajuato, Michoacán, Zacatecas, y etc., el asesinato de funcionarios públicos, la lista creciente de ejecuciones y desaparecidos, son los datos iniciales de este 2023; en contraste siguen circulando los videos del desfile navideño organizado por conocido cártel en uno de los barrios céntricos de Guadalajara.
¿Qué falta a las fuerzas públicas?, ¿armamento efectivo?, ¿capacitación adecuada?, ¿inteligencia de seguridad?, ¿manuales de escape?, ¿mejores chalecos antibalas?, ¿voluntad? A como van las cosas, cualquiera pensaría que los únicos policías que pueden ejercer con seguridad su oficio son los que pone la delincuencia en tan crecido número de municipios.
El asalto al reclusorio de Juárez fue también un descubrimiento para las propias autoridades que ignoraban la existencia de celdas “vip” en dicho centro penal, algo que desde luego sucede no solamente ahí, pero que ningún funcionario puede cambiar pues le costaría la vida y las cosas seguirían igual. Además, no es la primera vez que un comando fuertemente armado asalta un reclusorio, lo mismo han atacado alcaldías que cuarteles para demostrar quién manda en este país.
Los constantes combates que se libran en diversos estados son precisamente eso, combates similares a los que ocurren cuando un país está en guerra y las batallas se suceden por diversos puntos generando partes que informan de bajas o de prisioneros hechos en campaña.
Cuando la noticia es que tales o cuales funcionarios o ex funcionarios han sido ejecutados, dadas las circunstancias en que vivimos desde hace ya varios sexenios, surge la duda razonable: ¿los mataron porque no quisieron colaborar, o porque traicionaron acuerdos?
Las ejecuciones imparables y algunas de ellas francamente ostentosas, revelan una y otra vez la existencia de un doble estado en México del que tanto se ha hablado pero que no ha hecho sino consolidarse.
Y es así que comenzamos el año 2023 sin respuestas, sin soluciones, sin planes estratégicos eficientes, mientras la clase política se mueve y se revuelca vergonzosamente ante la inminencia de los nuevos procesos electorales, todo mundo quiere un puesto o una candidatura, los mercadólogos trabajan intensamente para generar nuevos recursos publicitarios, nuevos discursos, nuevas y más audaces promesas de campaña, sabiendo que en este país, sometido a la tiranía de una clase política superior a cualquier partido, a nadie se le pedirán cuentas a menos que se porte mal con el sistema, no con la sociedad.
Para probar aún más el aserto, el año 2022 cerró con una jugada política maestra: la reforma electoral pasó en lo que no debería pasar y se atoró en lo único positivo que tenía, la sociedad perdió, y los partidos, todos, ganaron, es decir, el sistema se mantiene fuerte e invulnerable, con marchas y sin marchas. Los partidos lucharon por salvaguardar sus intereses y lo lograron a costa de que el país viera naufragar los suyos. En contraparte y para sorpresa de lo predecible, la Suprema Corte eligió por primera vez a una dama como su presidente, mientras que finalmente se logra capturar a Ovidio Guzmán sin que sepamos a qué costo.