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Seguridad y el agua tibia

El presidente ya descubrió el agua tibia en materia de seguridad. Por un lado, acusa a los miembros del crimen organizado que dejaron 17 cuerpos en poblados de Zacatecas de hacerlo como una forma de propaganda, pues, dice, había un dron sobrevolando la zona. Por otro acusa a la dirigencia de los normalistas de Ayotzinapa de estar infiltrada por el crimen organizado. Si necesitan dinero ahí están las becas Bienestar, insiste, pero está atrapado en su propio discurso de abrazos no balazos. 

El crimen organizado sabe que puede avanzar sin que nadie le haga frente. La alcaldesa de Acapulco, Abelina López, está muerta de miedo. El tráiler que embistió a los elementos de la Guardia Nacional en una de las casetas de la carretera del Sol no iba tripulado, por lo tanto, no hay a quién acusar, dice para no tener que culpar a nadie de un acto criminal. El gobernador de Zacatecas, David Monreal, ya les había sugerido a los ciudadanos que  mejor se encomendaran a dios porque la seguridad ya no era un asunto de Estado (sic y recontra sic, diría el clásico) sino de todos. De ese tamaño es la renuncia de los poderes a hacer frente al problema.

A estas alturas del partido el presidente no puede salir con que le sorprende que exista un componente de crimen organizado en la normal Isidro Burgos. Esa información se tiene desde hace seis años y se sabe más por los periodistas de investigación que lo han reporteado que por las propias autoridades. 

Los desplantes del crimen organizado tampoco son novedad. Ese ha sido el modus operandi del Cártel Jalisco Nueva Generación desde que eran un grupo escindido de Los Valencia apodado Los Torcidos. Fueron ellos los que dejaron los cuerpos en Boca del Río en 2011 y los primeros, hace más de una década, en subir videos para mostrar poderío o mandar mensajes a sus enemigos.

A los políticos mexicanos les encanta hacerse los sorprendidos como una forma de evasión de la responsabilidad. Desde el “nos dejaron la economía con alfileres” hasta “nos dejaron un cochinero” o “está peor de lo que imaginábamos”, nuestros gobernantes siempre encuentran un excusa para evadir la responsabilidad. 

Los elegimos a todos para tomar las decisiones que hay que tomar. Por favor no nos vengan a decir que ya descubrieron el agua tibia

Nadie eligió al presidente López Obrador para que nos platicara todas las mañanas cómo ve las cosas, ni los jaliscienses al gobernador Alfaro para que nos recomiende cómo cuidar a nuestros hijos, ni los zacatecanos a David Monreal para que los enseñara a rezar. Los elegimos a todos para tomar las decisiones que hay que tomar. Por favor no nos vengan a decir que ya descubrieron el agua tibia.

diego.petersen@informador.com.mx

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