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“Sálvese el que pueda”

Ante las constantes amenazas del crimen organizado, la alcaldesa de Tijuana decidió irse a vivir a un cuartel de la Guardia Nacional, y seguramente a trabajar desde ahí, con lo cual sería la primera funcionaria en hacer trabajo no desde casa sino desde un cuartel. Obviamente no quiere ser parte de la crecida estadística de funcionarios y ex funcionarios que han sido asesinados en este país.

Sabemos bien que los alcaldes se han convertido en un blanco fácil y débil de los cárteles, a menos que hayan sido puestos por los mismos cárteles, de lo contrario, no sólo no pueden defender a la población de la imparable inseguridad, sino que ni siquiera pueden defenderse a sí mismos. Las policías municipales, por otra parte, estaban hechas para cuidar las puertas de las alcaldías, apresar borrachines y apaciguar pleitos callejeros, no para enfrentar a las ligas mayores de la delincuencia.

Ahora bien, hay de municipios a municipios. Las alcaldías de las grandes ciudades seguro se cocinan aparte. Para los cárteles las grandes ciudades son grandes mercados para el consumo y trasiego de estupefacientes, son la meca de todo tipo de negocios susceptibles de extorsión, proveedoras de personal que reclutan por las buenas o por medio de levantones para emplearlo en todo tipo de trabajos sucios, con o sin corbata, en las ciudades abundan vehículos de todos los modelos y marcas que todos los días se roban, y enseguida desmantelan o sacan para su venta en otras latitudes, y a las ciudades llegan todo el tiempo transportes con la carga más variada que imaginarse pueda como quien entra a una selva poblada de toda clase de peligros, además, las grandes urbes son el espacio ideal para la ordeña de ductos y venta consiguiente de combustible, y un verdadero pajar para ocultar las casas de seguridad y las fosas clandestinas. ¿Qué alcalde puede con todo eso? ¿Qué policía municipal puede enfrentar tamaña estructura delictiva?

Tijuana por otro lado tiene ya una muy larga experiencia en todos estos asuntos, aún antes de Abelardo Rodríguez; y cuantos han salido o entrado del país por ahí, saben muy bien lo que eso cuesta, una ruta de extorsiones tanto para los viajeros normales, como para transportistas, polleros y narcos, extorsión que antes era exclusiva de los funcionarios públicos y que de unos años para acá deben mínimo compartir con las grandes mafias. Se entiende que ser alcalde de Tijuana no es asunto menor.

Pero como quiera que la fuerza pública no deja de serlo, siempre será mejor contar con ella que estar peleados, y es ahí donde funcionarios y policías se encuentran entre la espada de la ley y la metralleta de la delincuencia. Es entonces que se requiere el apoyo de la policía estatal, y cuando ésta se ve rebasada, entonces viene el ejército, y cuando la tropa de tierra no “responde” entonces viene la de mar, y cuando la de mar tampoco puede viene la otra versión del ejército, la Guardia Nacional, ¿Qué sigue? ¿Los Marines?

Desde luego que nada de esto importa, impresiona, condiciona o hace temer o dudar a los cientos de aspirantes a cargos de elección popular, para el proceso electoral 2024, parece que ya todos están de acuerdo en que la inseguridad nacional no es asunto que les toque, vivimos todos bajo la consigna de “sálvese el que pueda”.

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