Ricardo Villanueva en su dilema
Como en su momento lo vivieron Enrique Alfaro y el extinto rector y líder del grupo UdeG, Raúl Padilla López, el viernes se registró un nuevo episodio de reconciliación entre el gobierno estatal y el grupo político que domina la universidad pública de Jalisco desde hace más de tres décadas.
Se reactivó así, pero ahora con el rector general Ricardo Villanueva, la relación pendular que siempre tuvieron Padilla y Alfaro, que los llevaba de la confrontación a la alianza, de acuerdo a como su pragmatismo político les dictaba.
Basta recordar cómo superaron rencores originados por la ríspida relación que tuvo Enrique Alfaro padre, cuando como rector saliente de la UdeG le entregó el poder de esa casa de estudios al joven Padilla López en 1989, y se dejó apoyar por el entonces ya poderoso grupo político universitario en su paso por el PRD cuando renunció al PRI hasta que rompieron en 2010 en Tlajomulco; y cómo se aliaron de nuevo para hacer contrapeso al PRI en el Congreso en el 2013 con la bancada emecista; o en el 2018 que jugaron juntos por la gubernatura y con el PAN por la presidencia de la República contra Andrés Manuel López Obrador hasta el 2021 que volvieron a confrontarse como nunca hasta la muerte del “Licenciado” en abril pasado.
Mantener una relación con el gobierno estatal, al menos lo que resta del sexenio de Alfaro, con el péndulo en su fase armónica, es parte del dilema de Villanueva, el rector que representa el cambio generacional del grupo político hegemónico de la Universidad de Guadalajara, al ser el primero que no llegó a esa posición después de ser presidente de la FEG sino de la FEU, y al que le tocaría encabezar la primera sucesión rectoral sin la influencia y control del gran elector en el que se convirtió Raúl Padilla hasta que decidió acabar con su vida.
Y es que aunque Villanueva enalteció al máximo la iniciativa que presentó el gobernador el viernes pasado para garantizar un presupuesto anual para la UdeG de al menos del 5 por ciento del gasto estatal al considerarla la decisión más importante en 230 años, dejó abierta la posibilidad de aceptar la candidatura que insistentemente le ofrece Morena y su candidata presidencial Claudia Sheinbaum para que compita, con muchas mayores posibilidades de triunfo, nuevamente por Guadalajara y se saque la espina de aquella derrota electoral ante Alfaro en 2015 cuando jugó por el PRI.
La disyuntiva para Villanueva es creer o no en lo que asegura Alfaro de que está retirado de asuntos políticos electorales, lo que implicaría que su aceptación de esa candidatura no pondrá en riesgo esta iniciativa del presupuesto constitucional para la UdeG, o jugar a la segura, y como le piden muchos de los liderazgos del Grupo UdeG, quedarse a consolidar los acomodos internos obligados por la ausencia de su líder histórico, conducir la sucesión rectoral y desde una eventual posición en el gobierno de Sheinbaum si gana la elección, construir su aspiración ya no a la alcaldía tapatía sino a la gubernatura. Los cálculos de esta opción es que aseguraría tener un final cordial con el gobierno alfarsita y garantizado el presupuesto constitucional para la UdeG.
Es el dilema del rector en su nuevo “Villanueva moment”.