¿Quién debe regular el uso de internet?
El uso de las redes sociales para manipular la información se ha convertido en un arma política de primer orden en las democracias del mundo. Por ello, las autoridades han desplegado enormes esfuerzos para establecer mecanismos que prevengan y combatan los abusos evidentes en la difusión y consumo de información. Sin embargo, a pesar de años de comisiones legislativas y normativas, los resultados distan mucho de ser satisfactorios.
Actualmente, el debate sobre la regulación de Internet está más vivo que nunca. En un extremo, algunos defienden la libertad en la red por encima de cualquier intervención gubernamental. En el otro, se exige la implementación de reglas claras que limiten los abusos a través de la intervención eficiente de las autoridades.
Recientemente, este debate se intensificó con acciones tomadas por algunos gobiernos. En Francia, el fundador y presidente de la plataforma Telegram fue arrestado por negarse a colaborar con las autoridades en la lucha contra delitos cometidos a través de comunicaciones encriptadas. La clave del conflicto radica en que la empresa, aparentemente, tenía conocimiento de actividades potencialmente peligrosas y no actuó para prevenirlas. Mientras algunos defienden al detenido en nombre de la libertad de expresión, el asunto toma una dimensión estratégica aún mayor al considerar que Telegram es la red de mayor uso en Rusia y Ucrania. En estos países, millones de personas, incluidas aquellas en el frente de batalla, dependen de la plataforma para informarse sobre la guerra y mantenerse en contacto con sus seres queridos.
En Brasil, un juez ordenó la suspensión de la plataforma X, anteriormente conocida como Twitter, tras la negativa de su propietario, Elon Musk, a comparecer en una investigación sobre el uso indebido de la red en actividades políticas. Durante las elecciones brasileñas, se acusó al ex presidente Jair Bolsonaro de utilizar la plataforma para reproducir cuentas falsas, diseminar mensajes engañosos y amplificar artificialmente su presencia en la red. La negativa de Musk a acatar las medidas de las autoridades brasileñas ha sentado un precedente significativo, intensificando el debate sobre la necesidad de regular adecuadamente las plataformas y proteger a los usuarios.
Estas acciones han tenido consecuencias palpables: en Rusia, miles de cuentas de Telegram fueron canceladas por órdenes gubernamentales, reduciendo drásticamente el flujo de información sobre la guerra en Ucrania. En Brasil, millones de personas se vieron repentinamente desconectadas de X. Estos eventos son indicativos de una nueva era en la que las autoridades deben encontrar mecanismos justos que protejan los derechos de los usuarios, incluyendo su acceso a información veraz y oportuna, un pilar fundamental de cualquier democracia.
En México, aún no se han tomado medidas concretas, pero existen comisiones que siguen de cerca estos fenómenos. La opinión pública tiene un papel crucial en este debate. Todos tenemos el derecho de expresarnos libremente y de acceder a información veraz; sin embargo, los mecanismos para moderar los excesos aún son incipientes. Existe el riesgo de que, al concentrar el poder regulador en manos de las autoridades, estas lo utilicen para manipular la información en favor de intereses políticos. Por otro lado, dejar un ámbito de completa libertad podría permitir que otros intereses actúen impunemente. Este dilema exige un ejercicio de ponderación en el que todos debemos involucrarnos.
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