Predicar con el ejemplo
Andamos patas pa’rriba. El mundo está lleno de contradicciones. Las diferencias prevalecen. El respeto se pierde. La incongruencia reina. El despotismo, de izquierda y de derecha, se asoma. A las generaciones precedentes nos enseñaron que la política sirve para resolver los desacuerdos entre pueblos y naciones y que su objeto es propiciar la convivencia civilizada entre países y grupos humanos. La política, se nos dijo, es el camino para construir la paz y la justicia social. Sin embargo, la pertinencia y la importancia substantiva de que los jóvenes se interesen y participen en los asuntos de la sociedad y en la política, cae en el vacío frente a la realidad.
Los líderes de los países más influyentes se esfuerzan en demostrar lo peor de la condición humana. ¿Cómo queremos que las nuevas generaciones aprendan a amar la política, si un par de vejetes pendencieros que disputan la presidencia de los EU se dedican a ofenderse en un debate que revela su escaso respeto por los ciudadanos? ¿Cómo confiar en la honestidad, si uno está sentenciado por corrupto y el otro manifiesta evidentes signos de decrepitud? A la par, en Bolivia, el ex presidente Evo Morales y el actual mandatario disputan la permanencia en el poder. En Nicaragua, Ortega refrenda su calidad de dictador. Maduro, en Venezuela, se reelige por enésima vez. En Francia triunfa la extrema derecha, mientras continúa una guerra entre Ucrania y Rusia, originada por el afán hegemónico de Putin, que concuerda con los déspotas de China y Corea del Norte. África, donde miles de seres humanos siguen muriendo de hambre, no existe.
Entre nosotros, el Presidente, quien debería estar preparando sus maletas para irse, se aferra al mando y, en una gira por todo el país, se hace acompañar de la presidenta electa, mostrando absoluta falta de respeto por quien dirigirá los destinos de la nación. Controlador de los organismos electorales, impide que estos entreguen a la señora Sheinbaum la constancia de mayoría, demostrando que, a pesar de los más de 30 millones de votos que ella obtuvo, el único que cuenta es el de él. Mientras el desvergonzado del sr. Moreno alista su asalto final a lo que queda del PRI.
La humanidad necesita creer, ya sea en Dios, la libertad, la justicia, la democracia, la ley, el amor, el otro, y sí, también en la política. El problema es que los pequeños, que están aprendiendo a vivir en sociedad, observan el peor de los ejemplos en quienes nos gobiernan. Dicen combatir la corrupción y la toleran entre sus cercanos; ponderan la austeridad y viven en un palacio. Hablan de libertad de pensamiento y expresión, pero persiguen a los comunicadores. No podemos aceptarlo. Hoy, más que nunca, debemos predicar con el ejemplo y luchar por un mundo mejor.
PD. En algunas publicaciones aparece mi nombre junto al de militantes del PRI inconformes con los acontecimientos que se están viviendo en el seno del partido. Por esta única ocasión hago público que no he participado ni lo haré en ese tipo de expresiones.