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¿Por qué Huawei? La mayor guerra comercial de la historia 

El afán de Trump por frenar a Huawei es comprensible... Las sanciones contra Huawei no son un asunto comercial, sino de seguridad nacional para EU. Huawei es muy peligrosa, ha dicho Donald Trump para justificar las restricciones a Huawei: no puede ser proveedor estratégico de empresas estadounidenses, ni acceder legalmente a tecnología clave. El presidente le teme al espionaje chino, pero también al rápido avance de China en el campo tecnológico. En juego está mucho más que el liderazgo en el mercado de teléfonos móviles: el control del desarrollo de la red 5G.

Huawei es el segundo fabricante mundial de teléfonos celulares y el de mayor crecimiento. Acaba de relegar a Apple a la tercera posición, por el número de teléfonos vendidos. Esto es impresionante, pero no es lo más importante. Huawei es el líder en la tecnología 5G, que está diseñada para potenciar el uso pleno de la inteligencia artificial, la realidad virtual y aquellos dispositivos que utilizan enormes cantidades masivas de información, con mínima o nula intervención humana: robots y vehículos autónomos, más lo que se invente.

La tecnología 5G ha demostrado ser mínimo 20 veces más rápida que la 4G. Su implantación será uno de los hechos tecnológicos más relevantes de la próxima década, además de un factor que podría definir quién domina el mundo, qué empresas y qué países. El sistema 5G es una red física de conmutadores y enrutadores, “envuelta” y potenciada por capas de software. El control de esta red del futuro despierta todo tipo de suspicacias: hay riesgo de vulneración de los secretos personales o industriales. Hay un potencial de uso militar, de dimensiones no vistas hasta ahora.

Huawei es el jugador a vencer en la lucha por la hegemonía en el reino del 5G, por delante de la estadounidense Cisco, la finlandesa Nokia y la sueca Eriksson. Vende calidad a bajo precio. Sus rivales la acusan de piratería de tecnología, pero no han podido frenarla. Es proveedora de tecnología para la mayoría de las 35 mayores empresas de telecomunicaciones del mundo. En 5G está bien colocada en las tres líneas del mercado: equipo para construir las redes; nodos de conexión y, por último, software y servicios.

El nombre Huawei se podría traducir como “acto magnífico”. Empezó en 1987, con una inversión inicial equivalente a cinco mil dólares y ahora es un emporio con 180 mil empleados en todo el mundo. Su fundador, Ren Zhenfei, es uno de los empresarios más influyentes del mundo, aunque su fortuna palidece frente a los magnates de Silicon Valley o Wall Street. Son mil 800 millones de dólares y ocupa el casillero mil 234 mundial en la lista de Forbes.

El afán de Trump por frenar a Huawei es comprensible. Esta empresa es una pieza clave dentro de la estrategia industrial de Xi Jinping, el plan Hecho en China 2025, que pretende convertir a ese país en líder de la nueva generación de manufacturas y servicios exportables de alto valor, mediante el uso intensivo de la inteligencia artificial y la automatización.

Estamos en la víspera de la guerra comercial más grande de la historia. Es también el difícil divorcio entre dos economías que sufren una aguda codependencia. “El que espere una solución de corto plazo, lo hará en vano, porque no hay soluciones de corto plazo”, ha dicho Jack Ma, dueño de Alibaba. Lo cierto es que es más fácil empezar una guerra que terminarla, de acuerdo con Gabriel García Márquez.

(lmgonzalez@eleconomista.com.mx)

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