Pablo Lemus, ¿amo o esclavo?
La anécdota cuenta que Pablo Lemus, al marcar su distancia con Enrique Alfaro, comentó alguna vez: “Enrique me invita a jugar fútbol, pero a mí que me invite a jugar golf”.
En este comentario jocoso, recogido en los corrillos políticos, se esconde la naturaleza del vínculo complejo entre Alfaro y Lemus. Mientras el mandatario estatal ve en el alcalde tapatío a un subordinado, Lemus reclama un trato de socio. Con un chalán te avientas una cascarita; con un socio hablas de negocios y prosperidad mutua en un match play.
Por eso la declaración de Lemus contra los emecistas que acudieron a la protesta en la FIL Guadalajara, más que descalificar a los naranjas, reveló la naturaleza de una relación tensa y conflictiva con Alfaro: “Yo voy a actuar de acuerdo a mi conciencia, a mí nunca me van a ver de arrastrado de nadie”.
El mensaje para el inquilino de Casa Jalisco reformulaba el trato de Alfaro al alcalde tapatío que hasta el momento ha sido más cercano al de subordinado, empleado o felino fiel.
La protesta en la FIL Guadalajara fue eso: una prueba de ácido para distinguir, entre la soldadera naranja, a los verdaderos fieles y cruzados de los los infieles e impuros. Los alineados en la primera fila de esa marcha, anhelantes de un espacio en la boleta, respondieron a la orden del gobernador. Lemus no estuvo entre ellos.
Esto no significa que el alcalde tapatío haya tomado partido a favor de Raúl Padilla (en esta ecuación, esa variable tiene relevancia más adelante).
Más bien Lemus vio en esta coyuntura la oportunidad de marcar distancia con el gobernador, un momento clave en la carrera por la sucesión para cualquier político que desea llegar, en este caso a la gubernatura, con las manos libres y sin el peso de una sombra convertida en el poder detrás del poder.
Esto es exactamente lo que hizo Alfaro en 2012 cuando rompió con el PRD y anunció un frente ciudadano que a la postre le dio una plataforma con MC.
Lemus sabe que lidera las preferencias electorales. El pragmatismo político de estos días, que ya no se ruboriza ante cualquier bandazo, le da para ser candidato de Morena, la maltrecha alianza Va por México o cualquier boato partidista.
Sin embargo, ayer en la Convención Nacional Democrática Extraordinaria de Movimiento Ciudadano, ante los emecistas de Jalisco y todo México, Lemus pidió perdón: “Hay que tener la capacidad como ser humano para reconocer cuando uno se equivoca, por eso yo quiero extender una mano a mis compañeros y compañeros de Movimiento Ciudadano en Jalisco y en todo México”.
Unas horas antes, el gobernador demandó a los involucrados en la pugna interna de MC que “midieran sus palabras”. Lemus midió las suyas.
Una salida en falso. En eso acabó la sentencia de Alberto Esquer, el favorito del gobernador, cuando, tras los calificativos de Lemus, sentenció: “Hoy cambió el futuro político de Jalisco”.
El alcalde tapatío volvió al redil. Al menos por ahora porque lo suyo, en el fondo, sigue siendo el golf…
jonathan.lomelí@informador.com.mx