Nuevo ataque en prepa tapatía, pero mismo patrón
Hay coincidencias entre el reciente ataque de un alumno con un martillo en la preparatoria San Andrés, en Guadalajara, y el doble feminicidio con un hacha en marzo pasado en la UTEG.
En ambos se repiten patrones: la premeditación, el uso de armas idénticas, la pertenencia del agresor a una “secta” o grupo en línea y la parafernalia del ataque.
El sábado, Brandon Alonso de 17 años y alumno de la prepa abierta San Andrés, ingresó al plantel con un hacha, un cuchillo, una botella de alcohol y un encendedor en su mochila.
Cerca de las 11:00 horas, mientras realizaban una actividad en el aula, puso el celular en el asiento e inició una transmisión en vivo y con el martillo golpeó en la cabeza por detrás a dos de sus compañeros (ambos reportados en estado regular de salud).
El streaming del ataque vía X, titulado “Masacre escolar Disfruten el show”, duró seis minutos y alcanzó 29 mil reproducciones, hasta que alguien apagó el celular y la red social eliminó el contenido.
Horas antes del atentado, el perpetrador posteó en X un mensaje en donde anunció que nada lo detendrá para cumplir su “misión”.
El 6 de marzo pasdo, Gabriel Alejandro de 20 años entró a la UTEG Olímpica de Guadalajara y asesinó a dos administrativas con un hacha y un cuchillo. Horas antes había matado a otra mujer en un motel. El joven también anunció su crimen en redes sociales horas antes.
Días después de este evento, Luis Joaquín Méndez, fiscal de Jalisco, informó que Gabriel Alejandro “formaba parte de una especie de grupo de Whatsapp o de aplicaciones de Internet en donde se meten a compartir y a buscar historias de crímenes por fanatismo”.
Por su parte, compañeros de Brandon Alonso refirieron el sábado que al parecer éste también pertenecía a una “secta” o grupo en línea.
En las imágenes que los dos agresores circularon en redes antes de su ataque posan con un hacha idéntica de doble hoja. Y usan los mismos aditamentos el día de su incursión: guantes, al menos un cuchillo y un hacha. Asimismo coinciden en la premeditación y la intención de publicitar sus crímenes.
Enrique Alfaro atribuyó el ataque del sábado a “la grave descomposición de nuestra sociedad”. También responsabilizó a la familia del menor que, “en primera instancia”, no detectó y previno el evento ante las “muchas señales y sin duda graves muestras de conductas antisociales” del agresor.
Ante el primer ataque, el mandatario declaró que éste “trasciende un asunto de seguridad” y remarcó que la responsabilidad está dentro del núcleo familiar.
Sin embargo, todo apunta a que hay una omisión de las instituciones de salud mental del Estado y una deficiente investigación para prevenir y detectar a estos grupos en línea que promueven “crímenes por fanatismo”. Uno es coincidencia, pero dos comienza a ser un patrón.
En marzo publiqué mi columna “El perfil del asesino en la UTEG”. En ese entonces hablé con Feggy Ostrosky, directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la UNAM. La especialista señaló que sería un error encuadrar el caso como un crimen ordinario porque impediría entender quién era Gabriel Alejandro para prevenir que se repita la tragedia, lo que, de hecho, ya ocurrió.