México y las calificadoras
Dos de las tres principales calificadoras crediticias en el mundo, Moody’s y HR Ratings, anunciaron, en un espacio de dos semanas, que cambiarían la perspectiva de la calificación crediticia de nuestro país de estable a negativa.
Se espera pronto que la tercera, Fitch Ratings, también lo haga. Se dice que la Presidenta, Claudia Sheinbaum, se reunió recientemente con la directora de Fitch Ratings, probablemente preocupada de que las tres calificadoras tengan un consenso en cuanto a la perspectiva negativa de la situación financiera y fiscal de México.
Los anuncios de Moody’s y HR Ratings fueron principalmente guiados por el análisis de la actividad económica en los últimos meses, del paquete económico 2025, de la situación política en nuestro país y de la perspectiva del triunfo de Trump en Estados Unidos.
Moody’s se refiere, en ese sentido, a “un debilitamiento de la formulación de políticas y a un entorno institucional que corre el riesgo de socavar los resultados fiscales y económicos”. La mención del entorno institucional hace recordar la tesis de los premios Nobel de economía, Daron Acemoglu y James A. Robinson, quienes en su libro Por qué fracasan los países, se refirieron al aspecto de la erosión de las instituciones democráticas, republicanas y liberales como la principal razón del fracaso económico de las naciones. Lo dicho por Moody’s es, indudablemente, una referencia a las recientes reformas instrumentadas por el Gobierno federal para socavar los equilibrios políticos del país.
Por su parte, HR Ratings señala prominentemente el comportamiento negativo registrado por la actividad industrial de México en los últimos 12 meses. Cabe decir que ambas calificadoras discrepan del pronóstico optimista anunciado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, según el cual nuestra economía crecerá entre el 2 y el 3% el próximo año. De hecho, después del anuncio de que Trump impondría aranceles del 25%, Moody’s recortó el pronóstico de crecimiento de México de 1.5% a 1.2 por ciento.
Un anuncio próximo de Fitch Ratings en el mismo sentido sería devastador para la imagen del Gobierno mexicano entre los inversionistas nacionales e internacionales.
En parte, para intentar contrarrestar este grave problema, el Gobierno mexicano ha trabajado en algo que llama el Plan México, cuyo objetivo es atraer más inversiones, generar mayor empleo y promover el desarrollo regional en el contexto de la relocalización de empresas.
El plan parece ambicioso y, entre sus objetivos, se encuentra la construcción de 100 parques industriales para sustituir importaciones y fomentar el desarrollo productivo del país.
El proyecto cuenta con el apoyo de una parte del sector empresarial y constituye ciertamente una política industrial innovadora. El problema es que, durante el sexenio anterior, se socavaron las bases de un verdadero desarrollo, a la vez político y económico.
Desgraciadamente, la realidad siempre regresa por la puerta de atrás y, a veces, lo hace en la forma de reportes de calificadoras crediticias internacionales.