Mafia del poder vs mafia del poder
Mafia del poder fue uno de los buenos inventos de Andrés Manuel López Obrador para sintetizar cómo un grupo pequeño de mexicanos de diferentes partidos y con intereses aparentemente contrapuestos había logrado acuerdos para imponer una visión. Fue una de esas buenas síntesis que sabe hacer el candidato de Morena y que se quedan en el imaginario. Ciertamente él siempre tuvo cuidado de no limitar a la mafia de manera que él podía incluir a quien quisiera en esa lista negra, desde el periodista o analista incómodo en turno, hasta sus antiguos compañeros de partido.
Pero ¿qué pasa cuando algunos de esos que creíamos parte fundamental de la mafia del poder aparecen ahora en las filas del candidato tabasqueño? Digamos que, en la nómina de la mafia, que, insisto, siempre ha sido ambigua, había algunos incuestionables, esos que se habían ganado la titularidad a base de demostrar un día sí y otro también que eran capaces de traicionar y aliarse con quien fuera para mantener el poder. En esa lista estaban sin duda los dos grandes representantes del sindicalismo corrupto: Elba Esther Gordillo, que estaba más preocupada por su poder y bienes personales que por el bienestar de su gremio, y Napoleón Gómez Urrutia, el líder del sindicato minero que, en alianza con las empresas mexicanas y canadienses, ha devastado el territorio. Hoy Elba opera para Andrés y Napoleón tendrá un escaño en el Senado (y fuero, por supuesto).
Los senadores plurinominales, que es la vía por la que entrarán los representantes de las diferentes mafias, son la representación de los partidos en la Cámara, que debe representar a los estados
Pero las listas de Morena no son las únicas que tiene estas contradicciones. La mafia ataca por los tres Frentes, porque los partidos como los conocíamos quedaron ya aniquilados en esta especie de orgía ideológica de todos con todos y todos contra todos. Que Mancera esté en las listas del Senado del PAN y Xóchitl Gálvez en las del PRD no habla sino de la desconfianza que aún se tienen; ambos son el testigo de honor en la bancada de enfrente. En el PRI la lista incluye viejos dinosaurios y los llamados babysaurios, hijos de políticos que mantienen el poder familiar y lo heredan como si fueran las cortes del siglo XVII.
Lo más patético es que los senadores plurinominales, que es la vía por la que entrarán los representantes de las diferentes mafias del poder, son una aberración pues son la representación de los partidos en la Cámara que debe representar a los estados y al pacto federal. Junto con la iniciativa de acabar para siempre con los senadores plurinominales deberíamos también impulsar una que coloque en letras de oro (así como gusta a los legisladores) una leyenda que diga: “40 siglos (de bote) os contemplan”: Napoleón.