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“Las ventajas del tequila”

En pasados días, tuve la suerte de ir a ese benemérito centro de reunión de la inteligencia tapatía que es la cantina de La Fuente; esa agradable reunión de personas coincidió con el hecho de que no había diputados, lo que mejora notoriamente el nivel intelectual del asunto. Me gusta porque es una construcción histórica, ya que incluso fue propiedad del famosísimo general imperialista Francisco de Velarde, envidiosamente apodado “El burro de oro”, y un sitio del que yo suelo decir que es una de las pocas decisiones inteligentes que se han hecho en el Congreso: cuando se trató de discutir si se ampliaba este o la cantina, optaron por hacerlo con la segunda. Pero es un lugar que, además de la inmejorable toma de sabrosos éxtasis, es un edificio que vale la pena conocer y del que se ha conservado muchísimo. Además, me dio gusto volver a probar una serie de tequilas clásicos, como son el Cascahuin y el  Tequileño, ambos de impecable fábrica y delicioso sabor.

Debo decir que yo no coincido en gustos con el Consejo Regulador del Tequila, dado que el tequila es la única bebida alcohólica que yo tomo, me gustan los tradicionales y no los llamados tequilas Premium ni de colores ni de sabores; en fin, en gustos se deben romper géneros y a mí me gustan, además de los ya mencionados, el Orendain ollitas, el Herradura y el Caballito Cerrero, aunque a este último, para no entrar en discusiones con el famoso consejo, en vez de ponerle a su bebida el nombre de tequila, le ponen destilado de agave, pero sabe a tequila, huele a tequila y hace los efectos del tequila, por lo que no me importan las regulaciones oficiales. Y no quisiera dejar de omitir otras marcas, sobre todo alteñas, que hacen muy buenas bebidas.

Vamos, para mí el tequila también tiene el mérito de combinar, o si usted quiere hablar de maridajes más elegantes, con cacahuates o papas, y ya no digamos las maravillosas fritangas que hay en nuestro país. Y puede ser que haya maridajes más sofisticados para paladares más exigentes que el mío, pero si no supero éstos, quedaría encantado toda mi vida, porque siempre he creído que el tequila aprieta los dientes, estira la piel, mejora la vista, te hace crecer el cabello y te mejora la vida, si te conviene, tomado en dosis no menores de tres ni mayores de diez diarias. Y se convierte en una de las formas favoritas que los tapatíos hemos inventado para alabar al señor.

Entonces, recomiendo a mi solitario lector que no deje de darse una vuelta por el centro y no para ver las construcciones que el ultrapopular presidente municipal ha inaugurado, sino para degustar ricos caldos en un ambiente de conversación y sano desarrollo. Y conste que nadie me paga esta publicidad, pero la tengo que hacer por agradecimiento de mi paladar y de mi estómago ante el deleite que se genera.

@enrigue_zuloaga

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