Las buenas amistades
Dicen que el amor más puro y sin ataduras es el que le tenemos o nos tienen los amigos. Los amigos son esos personajes en la vida que te enseñan más que nadie de lealtad y de perdón. Para mí, son relaciones humanas con las que he experimentado la verdadera convivencia a largo plazo, sin necesariamente hacerse desde la cotidianidad.
El amigo, a diferencia de la pareja, no sabe qué desayunamos, no tiene la menor idea de qué cenamos, ni le interesa qué café tomamos. El amigo de vez en cuando desayuna, de vez en cuando cena y de vez en cuando toma el café con nosotros.
Es una especie de porrista profesional y crítico de nuestra vida o de nuestras decisiones. Cuando es porrista, lo hace cariñosamente y muchas veces públicamente; cuando es crítico, busca el espacio y lo hace de manera cariñosa pero en este caso desde la intimidad.
El amigo no nos dice qué hacer, no nos alecciona como lo hacen nuestros padres sobre el consumo del tabaco o sobre posibles riesgos. El amigo cuida nuestro corazón con respeto, con espacio, con interacciones cuidadosas y puntuales.
Quizá debería uno de llevarse algunas prácticas de la amistad a la pareja, pero ese es otro asunto. Los buenos, buenos, buenos amigos no nos extrañan en la vida que sucede día a día, pero están alertas de ella, son conscientes de la salud de los nuestros y al margen se hacen presentes.
Nos visitan hasta la recámara del hospital a nosotros, pero se quedan fuera si es algún familiar. Nos llevan comida, cuidan de nuestros hijos mientras nosotros trabajamos y graban al nene en particular mientras uno llora en el festival del Día de la Madre. Dejan, en resumen, que la vida vaya pasando pero nos prenden veladoras a la distancia por aquel milagrito que quisiéramos se nos cumpliera y llevan flores cuando no se logra.
Es extraño que uno teniendo buenos amigos no escoja trabajar y soñar con ellos con un mundo distinto. Es bellísimo cuando se conjuntan sueños de infancia y de adolescencia que vemos materializándose conforme pasa la vida. Escogemos trabajar con ellos por encima de cualquier profesional, ya lo decía Welles. Por los amigos y con ellos, hacemos posible desde la complicidad y cariño que la existencia cobre otro sentido.
Es bien sabido que el gobernador se rodeó de sus amigos, aquellos “Tlajo boys” que todo lo podían. Fue muy interesante conocerlos desde antes, cuando poderosos y será muy interesante también verlos sin este. Amigos y solo amigos, el resto, la sombra…