"Las aguas"
Coincide esta colaboración con un aniversario más de “EL INFORMADOR” que puede presumir de muchas cosas, pero para mí, su mayor cualidad que tiene es la de que después de leerlo, te podrá gustar o no, pero sabes que lo narrado en él es veraz, y en una época tan complicada con la que vivimos eso tranquiliza, por lo que permito felicitar a directivos y periodistas, que a pesar de muchos de nosotros lo hacen así, deseando que así se mantenga por muchos años más.
Pues a pesar de lo que dicen los que se presentan como expertos en clima, la verdad es que respecto del clima yo como viejo tapatío sigo considerando que en esta Noble y Leal, sólo hay dos temporadas las aguas y secas, la primera corre de el día de San Antonio, aunque no llueva y termina el cuatro de noviembre, con el cordonazo del día de San Francisco, aunque siga lloviendo, Usted recordará que en ocasiones la “Levada” se da un poco mojadita. Los antiguos tapatíos tenían mucha fe en el calendario de Galván, respecto al meridiano capitalino, y el calendario de Rodríguez, adecuado a estas tierras y predecían en Enero todos los fenómenos meteorológicos y señalaban, ignoro con que tanta exactitud lo hacían, aunque el espíritu burlón que nos posee no perdonara a la ciencia burlándose de uno de los padres de las predicciones: don Severo Díaz ya que decían que cuando este santo señor traía su paraguas era señal que no llovería.
Y respecto de la fuerza de las tormentas por estos rumbos siempre ha llovido con furia bíblica, cuando ella niño vivíamos por la calle López Cotilla, que por cierto no estaba pavimentada, cuando llovía se formaban unas corrientes de agua que tapaban hasta las banquetas y así había muchas calles iguales, de ahí que en lenguaje tapatío se diga, cuando menos en la ciudad de entonces que se bajaba, cuando ibas rumbo a la calzada y subías cuando te alejabas de ella.
Y había muchas zonas en que era un aguadal desde siempre, como el caso de Atemajac, donde ahora la gente mira un canal, pues o no conoció que por ahí había un río y como en Patria, pues que decir el agua es muy necia y por más que nuestras amadas autoridades quisieran que se fuera por otro lado, pues ésta no se va y siempre reconoce.
Los veteranos como el suscrito que después de las tormentas, en los sitios cercanos a los templos, mucha gente tras la tormentas sacaban tablas para que las personas que asistían por la tarde al rosario y la bendición (porque entonces solo se celebrada misa por las mañanas y lo hacían para brincar las corrientes sin mojarse.
Leí por ahí que hay una persona que tiene un libro en que registra el número de tormentones que caen cada año en nuestra ciudad, sería interesante encontrarlo para hacer comparaciones, desgraciadamente o tengo el dato del autor.
@enrigue_zuloaga