Ideas

La educación primero

Hace unos días, sucedieron dos acontecimientos cruciales para el futuro de nuestra nación: la substitución de la titular de la Secretaría de Educación Pública y la presentación del nuevo Plan de Educación para el Nivel Básico, al que deberán ajustarse los docentes próximamente. Es conveniente señalar que, durante el Gobierno de AMLO, es la tercera persona que se hace cargo del despacho. Primero, Esteban Moctezuma lo abandonó al ser designado Embajador de México en los EUA. Ahora, el motivo es que la maestra Delfina Gómez será candidata al Gobierno del Estado de México por el partido oficial y es relevada por Leticia Ramírez, quien ocupaba el cargo de directora de la oficina de Atención Ciudadana del Gobierno federal. Una de las preocupaciones que se derivan de estos movimientos es que el perfil de los encargados de conducir la educación en el país es cada vez menos pertinente. Otra, que se responsabiliza a la nueva titular de operar un plan en cuya concepción no participó y que, a decir de los enterados, tiene mucho que corregírsele. Resulta evidente que se toman decisiones por encima del propósito de mejorar la calidad educativa, atendiendo a otros intereses institucionales y partidistas: las relaciones con Estados Unidos y las elecciones en el Estado de México.

México ha tenido grandes educadores: Ignacio Altamirano, Justo Sierra, José Vasconcelos, Narciso Bassols, Jaime Torres Bodet, Agustín Yáñez, Porfirio Muñoz Ledo, Fernando Solana y Jesús Reyes Heroles, entre otros. Ese es el nivel con el que debe medirse a quien ocupe la segunda responsabilidad en importancia dentro del Gobierno de la República. Ni más ni menos. Por eso, no deja de llamar la atención el nombramiento de una persona cuyos méritos académicos y profesionales son inexistentes, alejada, además, del servicio educativo por más de 20 años y cuya autoridad profesional, incluso política, está lejos del honor y responsabilidad que implica un cargo de esta naturaleza e importancia. Y no es que rechacemos la idea de que se deposite en las manos de una maestra el conducir un proceso que de por sí es muy complejo, el asunto es que, de manejar un coche estándar, la ponen a conducir un Fórmula 1 sin el entrenamiento previo.

Se ha escrito hasta la saciedad y es de explorado conocimiento que la educación es el único camino para reducir las distancias sociales. Un país que invierte en educación garantiza su futuro. Por el contrario, quien no lo hace o lo hace mal, condena a sus habitantes a una vida precaria. Cuando se pierde la conexión entre la ética y la política, ésta deja de tener sentido. Cuando el propósito de los gobernantes se circunscribe a la búsqueda del poder y los ciudadanos nos convertimos en masa, se pierde la esencia de la sociedad. Cuando quienes habitamos el territorio patrio somos una credencial electoral y sólo existimos para sufragar, manipulados por la propaganda política, dejamos de ser nación. Cuando la inteligencia deja de servir al desarrollo del país y es substituida por la cortesanía, se pierde la razón del Estado.

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