Ideas

La cultura de la mentira

Atenido a la más elemental definición, una mentira es una falsedad genuina, o una verdad selectiva

Al margen de que está considerada dentro de los diez mandamientos que ordenan la vida de los católicos y partiendo del supuesto, sin validarlo, de que hay mentiras “chicas, medianas y grandes”, se puede considerar que los mexicanos somos en cierta forma adictos al dañino ejercicio de mentir.

Resultaría interesante imaginar un México con una población de 125 millones de habitantes que lograran hacer transcurrir su vida cotidiana sin decir una sola mentira, lo mismo los niños, los padres, los alumnos, los maestros, los profesionistas, los burócratas, los políticos, los adultos mayores, los artistas, los comunicadores, los columnistas, etcétera, etcétera, en fin, cada uno de los 125 millones de mexicanos.

Atenido a la más elemental definición, una mentira es una falsedad genuina, o una verdad selectiva, incluso exagerar una verdad es mentir. La vida diaria en nuestro país transcurre entre, dudas y angustias, no son pocos aquellos que con independencia de su status social, económico y cultural debido al mentir de ida y vuelta, no logran acceder a la anhelada meta en la que se alcanza un progreso general del espíritu humano.

Mantener en orden los rectores de conciencia en un país atribulado por el cotidiano cabalgar de más de siete jinetes del Apocalipsis y decir que no se recurre a la mentira suena a mal chiste.

Tomo el celular y al azar selecciono una página de noticias: “Acusan a gobernadores de mentir con impuestos”. “La familia LeBaron: mienten sin escrúpulos”, Jiménez Espriú, miente respecto a su postura ante el proyecto de Santa Lucía, Los Legionarios mienten en cuanto al número de abusos, Marta Sahagún, miente en referencia a su relación con Los Legionarios, el ladrón callejero miente al decir que es un “aparta” lugares, el hijo miente cuando dice que va a estudiar, el padre que llegará tarde porque tiene mucho trabajo y se va con los amigos al domino y así podríamos continuar hasta convencernos que los mexicanos somos creadores de realidades tramposas.

El recurso frecuente de mentir sumerge la vida en un limbo indefinible

Seguramente que esta mala cultura no es privativa del mexicano, pero al fin y a la postre qué importa la mentira de un francés, o de un alemán, o de un brasileño, o bien que existan personas que eludan con desinterés conducirse con la verdad.

El recurso frecuente de mentir sumerge la vida en un limbo indefinible, al dudar se hace más difícil sortear, los difíciles escollos que son propios de la aventura llamada vida. Está más que comprobado que en la existencia del Ser humano sino se eligen opciones morales se corrompe, estando de acuerdo con dicho postulado analicemos el comportamiento del gobierno y en especial del Presidente de la República: la 4T ofrece alcanzar la meta de vivir en un país justo, de leyes y en consecuencia libre de corrupción, pero resulta que según la opinión de ciertos analistas de diferentes medios de comunicación como El Financiero-Bloomberg, el Presidente AMLO, en su mensaje de año nuevo, le contaron nada más y nada menos que 27 mentiras, mentiras sin excusa ni pretexto. Anhelar vivir en un país sin mentiras será, sin remedio, un fracaso total en el terreno moral. Seguro que entre los propósitos de año nuevo ninguno prometió dejar de mentir, lástima.
 

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