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Hostal en el Mercado Corona: un buen acierto

Los mercados son sitios e instalaciones claves en el contexto urbano. Centros de intercambio y distribución de bienes, lugar de riquísimas interacciones humanas, hitos urbanos, espacios neurálgicos para los barrios. También son fuente de identificación común, de reconocimiento de la colectividad.

El Mercado Corona es, precisamente, uno de esos sitios neurálgicos en el centro de Guadalajara. Mercado antiquísimo que sustituyó a la Plaza de Venegas y ha sufrido a lo largo de siglos diversos avatares debidos a sucesivos incendios. Dentro del programa con que se edificó la actual versión, se exigieron extensas zonas administrativas en los últimos pisos. Ahora, la autoridad municipal ha decidido, con buen tino, convertir parte de esos espacios en un hostal de carácter popular y accesible a usuarios de limitados recursos. Bravo.

Lo anterior resulta plenamente compatible con las funciones y características del Mercado Corona. Es, entre nosotros una idea novedosa, fresca, inteligente. Todo mundo sale beneficiado. Los usuarios del hostal porque tendrán una inmejorable ubicación (con espléndidas vistas) para el cumplimiento de los motivos de su viaje: comercio, turismo, negocios varios. La operación del alojamiento mejorará, sobre todo por las noches, un entorno al que mucho le hacen falta actividades y presencia social durante las 24 horas. Bien podría pensarse entonces que, a la imagen de la innovadora “Calle de 24 horas” implantada hace años por el alcalde y arquitecto Jaime Lerner en Curitiba, Brasil, y que es un éxito reconocido y clamoroso, los ámbitos del Mercado Corona tuvieran similares funciones.

¿Qué sentido tiene tener un lugar público abierto durante día y noche de continuo? Que se convierte para desvelados, solitarios y simples usuarios en un refugio, una linterna en el tránsito nocturno. Auxilio en emergencias de mercadeo (farmacias, tienditas, librerías, etc.), referencia metropolitana, convivencia agradable y ordenada, contribución a la seguridad de su entorno urbano, atracción gastronómica y turística…

Ahora valdría la pena imaginar que en todos los mercados públicos que sea apropiado sucediera una transformación parecida: vivienda temporal –hostal– para quienes lo necesiten. Hay, en muchos casos, la factibilidad y la pertinencia para ello. De esta manera tendríamos sembrados estos equipamientos benéficos para los barrios en que se implanten y para multitud de usuarios.

Los mercados, como bien se sabe, operan en su mayoría por las mañanas y cierran en las primeras horas de la tarde. O sea, están subutilizados. Transformar los que venga al caso con la adición de hostales modestos, limpios y ordenados, pudiera ser una medida que, a semejanza de lo que se plantea para el Mercado Corona contribuyera a la renovación y la vitalidad urbanas.

Antes de oír las tristemente tan tapatías cuchufletas más o menos politiqueras, bien valdría la pena considerar con serenidad y lucidez la alternativa aquí esbozada.

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