Historias de quiebras financieras en el futbol
I
“Estoy siempre soplando burbujas, hermosas burbujas en el aire. Vuelan tan alto, casi alcanzan el cielo, y al igual que mis sueños, se desvanecen y mueren”, recita la canción “I’m Forever Blowing Bubbles” que cantan los seguidores del West Ham United en Londres.
También soplaban burbujas, hermosas burbujas financieras en el aire durante 2008. Islandia, una pequeña isla que apenas supera los 300 mil habitantes, se enriquecía gracias a sus entidades bancarias, que se enriquecían obscenamente debido a la falta de regulaciones. Uno de esos nuevos multimillonarios era Bjorgolfur Gudmundsson, un ex empresario de la industria cervecera que decidió apostarle a las finanzas y se hizo accionista principal del banco Landsbanki, uno de los tres principales bancos islandeses privatizados a inicios de este siglo.
Gudmundsson acumuló mil 100 millones de euros en su patrimonio personal debido al fortalecimiento de su banco, utilizado por los grandes empresarios del mundo para cuidar sus fortunas. Con tanto dinero (era el segundo hombre más rico de su país), se embarcó en otros negocios, uno de ellos fue la compra del 90% de las acciones del West Ham a finales de 2006.
Pero la burbuja hipotecaria se desvaneció y con ello, millones de personas a nivel mundial perdieron sus trabajos, sus hogares y se deterioraron sus condiciones de vida. Los bancos de Islandia estaban endeudadísimos, con una deuda casi siete veces superior al Producto Interno Bruto (PIB) del país. Los ciudadanos salieron a las calles a cacerolazos, exigiendo a su Gobierno no rescatar a los banqueros irresponsables que los llevaron a la ruina. El Estado atendió la demanda, y la fortuna de Gudmundsson se redujo a cero euros. El West Ham, endeudado y sin el mecenas islandés que les prometió grandes fichajes y competiciones europeas, descendería en 2010.
II
Quien esto escribe nació en 1990, y pertenece a las últimas generaciones que pudieron ver un Mundial de Futbol sin restricciones en la televisión abierta. Esto terminaría oficialmente en Francia 1998. Los derechos de transmisión de las Copas del Mundo de 2002 y 2006 se pusieron en subasta. Empezaría la era de la televisión restringida a nivel global, la cual ya había sido adoptada en países como Inglaterra.
El empresario alemán Oliver Kirch, dueño del emporio Kirch Media, se hizo en 2001 con el control exclusivo del principal torneo futbolístico por mil 900 millones de euros (un sobrecosto diez veces mayor a lo que se esperaba), para revender los derechos a nivel mundial. Sin embargo, los altos costos financieros derivados de esa puja llevaron a la insolvencia a Kirch Media, que no logró los ingresos que esperaba por las ventas de los derechos de transmisión, y empezó a incumplir sus obligaciones con Deutsche Bank y otros bancos germanos que le prestaron dinero.
Finalmente, la burbuja estalló en abril de 2002 y Kirch Media (que también tenía los derechos de la Fórmula 1 y la Bundesliga alemana) se declaró en quiebra. Debía seis mil 500 millones de euros, y era la peor bancarrota que registró Alemania desde la Segunda Guerra Mundial.
Parecía un aviso de que el mundo del futbol debía tener cuidado con su modelo de negocio y amoldar su oferta a la demanda disponible, pero la realidad es que FIFA decidió seguir encareciendo su producto y haciéndolo más inaccesible a sus aficionados. Kirch Media fue el sacrificio para que los tiburones financieros olieran sangre y continuaran hambrientos.