Festejar, en vez de quejarse
A veces nos cuesta más trabajo festejar, que estarnos lamentando de las cosas negativas que pasan en nuestras vidas. Ciertamente es cuestión del enfoque que tenemos para valorar la realidad en la que nos encontramos. Festejar no debe de reducirse a un momento especial o festivo, es algo que se puede realizar, con espontaneidad, en todo aquellos que nos sucede en la vida cotidiana.
Hoy, tenemos mucho más consciencia del gran valor de la salud, del encuentro con nuestros seres queridos y amistades. Valoramos más todo el afecto y la libertad que tenemos, y eso mismo es lo que hay que festejar.
Tampoco se trata de vivir de copa en copa y de fiesta en fiesta; pues festejar es un estado de ánimo, en el que la emoción y los sentimientos de alegría se expresan en nuestra actitud y trato a los demás. Es también darnos la oportunidad de darnos un regalito, por lo bien que estamos haciendo las cosas y premiar nuestros esfuerzos con la ruptura de nuestras rutinas y tareas, para hacer algo distinto y probar algo nuevo. Pues también el aburrimiento y hacer siempre lo mismo, resulta en una bella ocasión, para saltar de júbilo por los logros alcanzados.
A veces, parece que esperamos a que sean los demás los que vengan a festejar te, y no tomar en consideración que tu mism@ te puedes festejar de una manera simple y sencilla.
¿Qué te parece si comenzamos a festejar a la vida misma que tienes, a mirar a tu alrededor y agradecer por todo lo que tienes y has conseguido? a disfrutar de las cosas maravillosas que has recibido y a las increíbles personas que tienes como familiares y amigos, -si es cierto que siempre hay el prietito en el arroz- pero están allí para que los abraces, visites y hagas, del próximo encuentro, un momento festivo. En vez de volver a poner, una vez más, tu carota de víctima y agobiado. Porque no estás contento con la vida y sigues terco en que no hay nada que festejar.
Al menos intentemos estar más positivos y redescubrir que la vida, en sí misma, es hermosa. Es preferible pecar de optimismo, que vivir en el fango del negativismo y enfadado, hasta con el aire que respiramos. Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre, en el equilibrio está el secreto.