Entre empresarios republicanos y neoliberales
Concluyó el Foro Económico Mundial, celebrado en las alturas montañosas de un pequeño pueblo en Suiza llamado Davos. En las altitudes, por encima de toda la humanidad, la élite mundial se reunió y platicó del futuro de los más de ocho billones de seres humanos que habitamos la Tierra. Davos resulta importante porque ahí podemos ver dos perfiles de empresarios que representan dos maneras distintas de ver los negocios: los que podríamos denominar “republicanos” y los que se pudiesen hacer llamar “neoliberales”. Los vemos en México, y explican mucho de nuestra actual situación económica, y política.
Hablemos primero del “espíritu de Davos”. Como bien comenta el intelectual estadounidense Walter Russell Mead, Davos era originalmente un foro donde se reunía la derecha germana. Después del cataclismo de la Segunda Guerra Mundial y en el contexto de la Guerra Fría, la derecha germanoparlante vio la necesidad de reunir anualmente a empresarios y funcionarios públicos para evitar más tragedias y asegurar que el capitalismo funcionara... para todos. “Las empresas necesitaban demostrar que el capitalismo podía vencer a los socialistas en su propio juego. Las grandes empresas trabajarían con el gobierno para lograr importantes objetivos de bienestar social”, nos dice Russell Meade.
Es ahí donde entran los empresarios republicanos. Para la tradición republicana, el interés individual debe equilibrarse con el interés de la
comunidad. La libertad individual y la economía de mercado llevan a finales indeseables si no se contemplan las virtudes cívicas y el servicio
público. Esa mentalidad predomina en países como Japón, donde la clase empresarial se siente intrínsecamente parte del país: Japan Inc., término acuñado por Occidente ya que las empresas japonesas actúan como un súper-conglomerado en beneficio de la nación. En México, lo
más parecido en ese sentido son los llamados Grupo Monterrey y Grupo Jalisco, formadas por empresarios en algunos de los estados más
prósperos del país, con sentido de arraigo, mayor consciencia social e interés en participar en la res publica: la cosa pública.
Su contraparte son los empresarios neoliberales. Neoliberalismo, esa palabra tan repetida por el presidente López Obrador –con cierta razón–, es una corriente política que pugna por el súper-individualismo, el Estado mínimo y el libre mercado a ultranza. Paradójicamente, los republicanos estadounidenses han sido sus máximos expositores, provocando la pérdida del poder manufacturero en Estados Unidos, la
desesperación de la clase obrera blanca y la llegada al poder de Donald J. Trump. En México, una cifra recientemente publicada por Oxfam
refleja lo anterior: hoy, Carlos Slim tiene la misma riqueza que la mitad más pobre de México. Es decir, que aproximadamente 65 millones de
mexicanos.
De la misma manera que se libran guerras civiles al interior de la derecha e izquierda políticas, asimismo sucede en el sector empresarial. Davos, y los empresarios que acuden, lo reflejan puntualmente. Mientras tanto, algo queda claro: conforme aumente la concentración de la riqueza y la desigualdad, seguirá aumentando el número de populistas y la ferocidad de sus palabras. Y acciones.
@FernandoNGE
fnge1@hotmail.com