Ideas

Elogio al ensayo

Cuando se empieza un proceso creativo lo primero que se tiene en cuenta tanto en el bosquejo del montaje como en el principio del mismo es el asunto técnico. El creador sueña con el resultado pero encontrará en el camino cientos de obstáculos que irán modificando el sueño aquel que llegó -quizá de noche, quizá de día-, después de años de trabajo y un rayo de luz inspiracional para poder ponerlo en palabras, notas o pasos de danza. En un proceso de unos tres meses de ensayo, el intérprete aprenderá su parte, en este caso el bailarín, comprenderá el rol que juega en la obra y con quienes interactúa en ella, integrará los pasos a la música (y viceversa), e irá sorteando la dificultad técnica que requiera. Si es que baila (seguramente lo hace) con algún partenaire o en un cuerpo de baile se irán librando las batallas de conocer por donde pasa cada uno, por donde sale y en qué momento se cruzan tanto cuerpos como emociones o miradas. Cuando el tema técnico está más o menos resuelto debería venir ya la parte interpretativa, aunque en realidad esta siempre debería haber estado.

En fin, la coordinación cada vez es más suave y calma, el camino del ensayo deja cada vez más cosas en la luz que en la oscuridad y dudas sobre el tema artístico y técnico se van resolviendo día a día -como la vida misma- conforme se integró ya tanto personajes, técnica y música. Para cuando está todo listo o casi listo, en la recta final previa a la función, la atención se comparte con que si el vestuario está listo, que si unas zapatillas funcionan mejor que otras, que si entonces se deja el par que está “en su punto” para bailar solo la función, pestañas, maquillaje, peinados, tocados, en fin, todo lo que en su momento el creador en este caso el director artístico y/o junto al coreógrafo han vislumbrado. Por supuesto que la parte técnica y operativa de la puesta en escena a presentar por parte de los productores es otro tema pero este equipo ya trabaja a la par de todo el evento artístico que ha sucedido ya hace meses. Los días se acercan a la función y los nervios, la emoción, la integridad, la honestidad con la que se ha trabajado, la capacidad técnica y artística, todo está en juego, todo está girando como una moneda lanzada al aire. Se alistan los menesteres finales, electrolitos, toalla, chocolates, y cuanto desinflamatorio se encuentre por ahí. Pero en fin, cuando el intérprete se da cuenta de que llegó al escenario y pasó dos horas en un mundo al que no pertenece cualquiera, la revelación más grande es que lo que sucedió ahí no es más que la sobra del proceso. Y por eso entonces, la obra es el proceso.

argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina
 

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