El valor del esfuerzo
Mientras que unas personas no le encuentran sentido a la vida y a veces desean morir. Otros aman tanto a la vida, que se resisten a la muerte.
El concepto de agonía, se ha utilizado más para señalar que se está en la antesala de la muerte, y ya no hay nada más que hacer, que esperar su defunción.
En su origen etimológico, la palabra agonía, tiene un sentido distinto, pues tiene que ver más con la lucha, con el esfuerzo, con el empeño por vivir. Es decir, por no dejarse vencer o abatir. Es una contienda entre la vida y la muerte, donde la victoria, es vivir y derrotar a la muerte, con particular fervor.
Cuándo dos personas se enfrascan en una discusión, también invocan a "Agon", y en el debate, saldrá un vencedor.
Me quedo con una visión de lucha, de desafío, de reto y de esmero por salir victorioso ante las dificultades de la vida, en vez de quedarse tirado en el suelo llorando la propia impotencia.
Con la inspiración del espíritu de Agon, entonces se edifica una visión de la vida basada en la cultura del esfuerzo. En la determinación firme, para salir airoso de todos los problemas y conflictos, y así no dejarse entregar por la desesperación y el desánimo. Y entonces acabar siendo derrotados por el pesimismo, la pasividad y la falta de esperanza.
El carácter se moldea con la presencia de Agon, para sobreponerse a los problemas de la vida con acciones combativas y no con tímidas actitudes, mucho menos con la pasividad que nos paraliza e inmoviliza.
Estamos viviendo una era de la depresión, del miedo, de la pasividad crónica, del conformismo consumista y de las adicciones. Un estilo de vida sumiso y cobarde, ante los desafíos que nos presenta la existencia. Pues en vez de luchar y esforzarse al máximo, como los atletas en los Juegos Olímpicos, en pos de una medalla. Se tiran al trágico y miserable mundo de los vicios, en vez de abrazar las virtudes.
Nos hace falta tener más "Agon" y practicar el gusto por luchar y vencer, para no quedarse con los brazos cruzados y no volver, ni siquiera, a intentarlo de nuevo.
Ahora sí que cada quién decida su destino.