El poder de las creencias
Nuestras reflexiones sobre lo que Edgar Morin propone para una educación a futuro, irremediablemente nos conducen a considerar lo fuerte que acaban siendo para la mente las ideas y creencias. De tal manera que acaban teniendo un cierto poder sobre la conciencia. Y es así como lo plantea el autor: “Debemos ser bien conscientes que desde el comienzo de la humanidad nació la noósfera -esfera de las cosas del espíritu-con el despliegue de los mitos, de los dioses; la formidable sublevación de estos seres espirituales impulsó y arrastró al homo sapiens hacia delirios, masacres, crueldades, adoraciones, éxtasis, sublimidades desconocidas en el mundo animal. Desde entonces, vivimos en medio de una selva de mitos que enriquecen las culturas”.
Se han desarrollado muchas ideas, producto de la imaginación, y se han elaborado símbolos que se transforman en verdades y conocimientos que le suelen dar vida a fantasmas. Crean emociones de amor, de odio, promueven intensas pasiones que desatan furor y fanatismo. Hay personas que se llegan a sentir invadidas y hasta poseídas por espíritus buenos o malos y llegan a estar dispuestos a morir o a matar por sus convicciones. Sea por un dios, un ente, un dogma o una visión, se deja al lado cualquier equilibrado y sano argumento con tal de sustentar la propia postura.
“Nuestros demonios
Se trata de que nuestra inteligencia, en la cultura y en la sociedad seamos capaces de domesticar y doblegar las ideas y la imaginación y no sucumbir ante ellas. No se trata de ninguna manera de tener como ideal la reducción de las ideas a meros instrumentos y a ser de ellas cosas. Las ideas existen por y para el hombre, pero el hombre existe también por y para las ideas; nos podemos servir de ellas sólo si sabemos también servirles. ¿No sería necesario tomar conciencia de nuestras enajenaciones para poder dialogar con nuestras ideas, controlarlas tanto como ellas nos controlan y aplicarles pruebas de verdad y error? Nos hace reflexionar el filósofo francés.
Tanto las ideas, las creencias como las ideologías tienen la enorme tarea de hacernos pensar y ser más libres y no quedarnos atrapados en su reinado y acabar sumidos en una vida relativizada y subjetiva.
Que las creencias nos conduzcan al sublime ejercicio de las virtudes y del perfeccionamiento, para así liberarnos de la impulsividad y las conductas destructivas que aún muchos seres humanos practican en nombre de sus creencias.
“La racionalidad, un dispositivo esencial para el diálogo entre la idea y lo real; y la racionalización que impide este mismo diálogo.”
En pocas palabras que la educación al futuro nos conduzca a que las creencias o ideologías nos lleven a ser mejores personas y a tener muy claro que creencia y realidad no es lo mismo.
Más vale poner en guardia a la mente, ante la esclavitud ideológica que nos someta de nuevo a la barbarie de matar y destruir a los que creen y piensan distinto.