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El bendito (o maldito) dinero chino

Los problemas que enfrenta el Grupo Volkswagen se concentran en Alemania, es cierto, donde la marca está considerando cerrar plantas. Esos problemas no empezaron ahora, pero nadie hablaba de esto porque China pagaba las cuentas. 

El grupo alemán era líder en el mayor mercado del mundo y gracias a esto, los germanos dormían tranquilos en sus casas. Ya no. Ni VW, ni Mercedes-Benz, ni BMW. Tampoco lo hacen Rolls Royce, Bentley, ni General Motors o Ford. 

Los chinos ya prefieren las marcas locales y las pérdidas para los foráneos son gigantescas. Ahora todos están viendo cómo resolver esos problemas y la única salida sigue estando en los yuanes, no en euros, dólares o yenes.

Las marcas foráneas, occidentales o no, habían sido dominantes en China hasta la década pasada. Las primeras generaciones de chinos que fueron incentivadas por su gobierno a comprar un auto, nacieron en los años 70 y comenzaron a comprar coches en 1994, cuando ese incentivo comenzó; 15 años más tarde, China ya era el mayor mercado del mundo, superando a Estados Unidos. Pero esos chinos soñaban con autos extranjeros, principalmente occidentales. 

Buick, por ejemplo, tenía en el gigante oriental la imagen de marca premium que nunca lograron realmente consolidar en Norteamérica. Los europeos como VW, entendieron la importancia de instalarse y producir en China, creando autos para el mercado local o adaptando otros para ello, así fue como el Santana, que se vendió en México como Corsar, se hizo por mucho tiempo el auto más vendido de aquél país, siendo el taxi chino por excelencia.

Las marcas de lujo encontraron en suelo chino territorio fértil y vendieron básicamente lo que quisieron. El lujo era la forma en la que los chinos, aún sorprendidos con su reciente riqueza, mostraban su éxito económico a los demás. Marcas como Lincoln, por ejemplo, no estarían vivas de no ser por sus ventas ahí. Los chinos también sabían que las marcas locales no eran confiables aún. Eran empresas demasiado jóvenes. Pero hoy quienes compran la mayoría de los autos son sus hijos y ellos encuentran en sus propias marcas el lujo que buscan, por menos dinero, fruto del incentivo de sus autoridades.

Guerra de precios

Ese incentivo es en mayor medida, lo que ha producido el crecimiento de la industria automotriz china. Es probablemente un crecimiento insostenible a largo plazo, pero en un país en el que no hay que dar muchas explicaciones a nadie, ni siquiera a legisladores, funcionará mientras haya dinero y voluntad o hasta que sus empresas estén listas para competir en igualdad de condiciones. Aún no están, pero andan cerca.

En algunas cosas, sin embargo, China ha superado a los demás y es la velocidad de desarrollo de nuevos productos. En una entrevista a medios mexicanos, en el salón del automóvil de Los Ángeles, el CEO de VW, Oliver Blume, reconoció que necesitan acelerar sus tiempos de desarrollo.

Todos están perdiendo dinero en China. Toyota y sus alianzas en el país vieron sus utilidades bajar 73% en el segundo trimestre de este año, comparado al anterior. GM, que vendió 4 millones de autos en 2017 en ese país, apenas logró 2.1 millones en 2023.

Mitsubishi ya decidió salir de China. Ford, Honda y Hyundai están tomando medidas fuertes como el cierre de plantas y despidos, buscando ahorrar costos para mantenerse competitivos.

Incluso Tesla, la marca que desató el apetito de los chinos por los vehículos eléctricos, vio a BYD rebasarlos a finales de 2023 y probablemente este año rebasen a Honda y a Ford a escala global, para transformarse en el séptimo mayor fabricante del mundo.

China ya superó a Japón como el mayor exportador de autos del mundo. Sus ventas hacia afuera de su territorio aumentaron 60% en lo que va de este año.

Con más de 130 marcas chinas hoy, es muy difícil imaginar que todas sobrevivan pensando en el mediano plazo, digamos, 10 años. Pero así como varias de sus marcas deben desaparecer, algunas occidentales están en riego de pasar por lo mismo o al menos encoger, hacerse más chicas y menos importantes.

Las extranjeras entraron a China aceptando las reglas de asociarse con una o más locales con tal de acceder al mayor mercado del mundo y ganar mucho dinero. Lo hicieron, pero abrieron la puerta a un rival que puede destruirlos, gracias a ese dinero chino que tanto querían y que ahora, irónicamente, ya casi no tienen.

oliveiraserg@gmail.com

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