El amor por los autos estadounidenses
No es la primera vez que vengo a Texas. De hecho, la primera vez que estuve en Estados Unidos fue en San Antonio. He conducido autos de todos los tipos, sabores y colores en el vecino del Norte, en autopistas, carreteras vecinales, ciudades y rutas todoterreno. Pero esta fue la primera vez que estuve una semana completa en el mayor estado de la unión americana, por mi cuenta y con mi agenda. Y esto me hizo ver desde otro ángulo a los autos estadounidenses.
Tal vez el tamaño del estado haga la diferencia en el comportamiento de las personas y en la forma como viven, pero la noción de tamaño aquí es realmente otra.
Las casas son mayores; de hecho, Houston es la ciudad en Estados Unidos con el mayor tamaño promedio de casas, según un estudio de LendingTree, publicado por The New York Times. Dallas y Austin ocupan los lugares 4 y 5 de la lista.
Texas es el único Estado fuera de California en ser líder de un segmento de ventas de la industria automotriz y éste, obviamente, es el de las pickups de tamaño completo.
Con raras excepciones, las ciudades tienen crecimiento horizontal, las distancias son muy grandes y las personas pasan muchas horas por día en sus automóviles.
La red de carreteras es tan amplia como es escaso el transporte público. Y esas abundantes arterias son también grandes, no solo en Texas, en todo el país.
Muchos dirán que ya no se hacen las inmensas “lanchas” de los años 50 a 70 del siglo pasado, pero la realidad es que si los sedanes encogieron, los demás vehículos crecieron.
En los años 80, Chrysler creó la minivan con la idea de hacer un vehículo con capacidad de transportar a más de cinco personas, pero que cupiera en la cochera estadounidense promedio. El detalle es que cualquiera que compre una casa de construcción antigua hoy en día, verá que en su cochera de tamaño promedio de 6x6 metros, ya no es suficiente para guardar el vehículo más vendido en este país: la Ford F-150.
Espacio y torque
Hoy los constructores ya las hacen de 7.13 por 7.13 (24 x 24 pies) pero muchos prefieren 7.13 por 8 metros. “The bigger the better”, como dicen ellos, se aplica a la vida cotidiana.
El detalle es que prácticamente no hay otro país igual, con la posible excepción de Canadá. Por eso la industria automotriz estadounidense fue la mayor y más importante del mundo mientras su mercado era el mayor y más importante del orbe, posición que perdió para China desde 2009. Entonces, hacer vehículos globales que satisfagan el gusto estadounidense, donde el tamaño es mucho más importante que en cualquier otro lugar, es complicado.
Otro tema que difícilmente se encuentra en otro país son las inmensas “freeways” que cortan las ciudades como “puentes de safena”, buscando mejorar su circulación. Para entrar a ellas es necesario muy buena capacidad de aceleración, ya que en ellas los autos viajan en promedio a 110 o 120 km/h. Si no entras a una velocidad similar, puedes provocar un grave accidente. Entonces es necesario fuerza, más que nada, torque. El par motor es también necesario para remolcar, algo que es parte de la vida de muchos que viven en este país.
No hay que olvidar que reparar cosas no es algo arraigado en la cultura estadounidense, que tradicionalmente prefieren reemplazar lo que ya no funciona. Esto aplica también para los autos y no me refiero a las teorías de obsolescencia programada, sino al hecho mismo de que muy pocos quieren quedarse con su auto hasta que ya no sirva. Vamos, tu y yo que me estás leyendo, sabemos que en general se nos antoja mucho más el coche que está por salir que uno de hace cinco años. Y si alguien ha aprendido sobre su propio mercado, son los estadounidenses.
Para muchos -y me incluyo- disfrutar un buen coche es sentir su precisión, sus buenos acabados, su potencia, la forma en que se agarra en las curvas. Pero si vives en Estados Unidos, complacerte con el espacio como lo tienes en tu casa cuando también estás transportándose, es otra forma de disfrutar la vida, porque incluso comen en los coches.
Ninguno de nosotros hoy queremos un carro sin aire acondicionado, sin un buen sistema de sonido y, claro, sin porta-vasos. Y esas, entre muchas otras, son contribuciones estadounidenses a los autos que tanto amamos.
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