El Alarife, lleno
En los tiempos de los Miércoles de Teatro (parece que fue hace años pero todavía los tuvimos en 2018), una iniciativa que fue parte del programa estatal Vive El Arte, el Teatro Alarife Martín Casillas se llenaba casi cada semana, y era un placer verlo ocupado de gente (hacer fila en el solazo no lo era). Tapatíos que no solían ir al teatro descubrían que este arte, viejo como la humanidad, tenía cosas joviales y novedosas que mostrarles. Había, también, obras feísimas, aburridas y dignas de olvido, como es obvio, pero la entrada era gratis y muchas personas iban a disfrutar teatro y punto. Con los años, los artistas observaron: el Alarife, y su administradora, la Secretaría de Cultura del gobierno estatal, están maleducando públicos, que se acostumbrarán a que el teatro sea barato. A lo mejor tenían razón, pero Cultura Jalisco decidió zanjar la discusión clausurando Vive El Arte, que incluía teatro, danza, literatura y música gratis a lo largo del año. Si fue un acierto o un error, ya ni modo.
En julio pasado, la Secretaría de Cultura lanzó una convocatoria para el Alarife: la idea es que un grupo de artistas proponga un proyecto interdisciplinario para programar al menos 100 espectáculos y actividades de vinculación social. La iniciativa tiene asegunes que limitan el catálogo de posibles candidatos, pero persigue ocupar al Alarife y procurarle público constante; bautizada Habita la escena (y hermana de otra invitación oficial para programar teatro en la ciudad), está disponible en la web de Cultura Jalisco y cierra el 4 de octubre.
No se trata de añorar los días de teatro gratis, para nada. Este martes 13 de agosto se presentó el espectáculo “Un poyo rojo”, de la compañía Timbre 4 de Argentina, una comedia con teatro físico y coreografías acrobáticas. Hubo a quien le pareció buenísimo y quien opinó todo lo contrario. Pero el Alarife lució repleto, con algunas de sus 550 butacas solitas en la última fila, hasta arriba junto a la cabina. La taquilla pedía pagar $100 por entrada general y $60 a estudiantes. Quizá hubo cortesías, pero el caso es que uno miraba hacia arriba un uniforme montón de gente. Un lujo en una ciudad donde el teatro de arte puede ser excluyente y lo comprueba en su escaso público.
A punto de cumplir 43 años desde su inauguración, el Alarife resiste a gobiernos, convocatorias, taquillas gratis, servicios de boletería, obras feas y obras geniales, con su estampa de obelisco en la avenida Prolongación Alcalde. Ya veremos qué proponen los artistas que se avienten el tiro de trabajar con el Gobierno del Estado en Habita la Escena. Pero quienes estuvimos el martes en la tarde en “Un poyo rojo”, nos gustara la obra o no, sabemos cuán bonito suena el aplauso de un Alarife lleno, con la gente contenta, con los artistas orgullosos de haber estado a la altura de la acústica del foro. Ya discutiremos cuál teatro es bueno, cuánto es justo cobrar, quién debería tener prioridad de ingreso (y cómo retribuir a los trabajadores que lo mantienen abierto): ojalá que, de la manera más digna, el Teatro Alarife Martín Casillas esté ocupado, activo y tan feliz como este martes.
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