Presupuesto: amores, rencores y temores
Dice el dicho que en política amor que no se refleja en el presupuesto no es amor. Ahí, en esas hojas que circulan ahora en la Cámara de Diputados están los verdaderos amores de la 4T, y por supuesto todos sus rencores. No era difícil saber a quién le iban a quitar dinero, pues la batalla no es sólo contra los organismos autónomos sino contra la idea misma de Poderes que puedan significar un contrapeso o una amenaza al poder presidencial restaurado.
La lista la encabeza el Poder Judicial, y le siguen el Instituto Nacional Electoral, el de Acceso a la Información, el de Competencia Económica, el de Telecomunicaciones y por supuesto la Auditoría Superior de la Federación. Ese dinero recortado se destinará al gran amor de la 4T, las Fuerzas Armadas, y a restaurar lo que le habían absurdamente quitado a las universidades y que representan el gran temor de la presidenta.
La impartición de justicia en México es un desastre. En pocas cosas podemos los mexicanos tener tanto consenso como en el hecho de que nuestro sistema de justicia no funciona. Desde las policías hasta los juzgados pasando por las fiscalías, la corrupción es la marca de la casa. De la misma manera, si algo es evidente en el sistema judicial, es la falta de infraestructura, de personal y de condiciones mínimas para atender a quien busca justicia. Quitarle dinero al Poder Judicial es una torpe venganza que en nada ayuda a eliminar la corrupción, por el contrario, solo encarecerá el acceso a ella.
Al Instituto Nacional Electoral también le dieron una rapada: 13 mil millones menos de lo que solicitaron. En su presupuesto van incluido el subsidio a los partidos, lo que, por supuesto, no tocaron: no se vaya a molestar el hijo del señor de Palenque. Lo que están haciendo los diputados es obligar al INE a realizar una elección del Poder Judicial “más barata”, es decir, sin las garantías de una elección democrática. Fuera máscaras. No quieren al INE para organizar una elección que dé certidumbre al proceso y certeza al resultado, sino para que valide una elección que nació viciada de origen.
Regresar el presupuesto a las Universidades no es una graciosa concesión. Si hubiese sido un “error”, como dijo la presidenta, habría ameritado la renuncia inmediata del Secretario de Hacienda. Les bajaron el presupuesto con toda intención de poner a las universidades de rodillas y luego se arrepintieron. Fue la reacción inmediata de la UNAM lo que les dio pavor. El horno no está para bollos.
Eso es el presupuesto: Amores, rencores y temores en una hoja de Excel
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