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Primero capturan al Estado. Después, a lademocracia.

Primero capturan al Estado. Después, a lademocracia.
Hay un hilo conductor en los cambios que está imponiendo Morena en el país. Primero, está capturando al Estado mexicano para, segundo, instaurar un régimen autocrático en el país. Y es relativamente sencillo verlo, porque ese hilo conductor no lo estamos inventando nosotros, sino que se ha hilado en muchas ocasiones en la historia del Estado moderno y de la democracia constitucional.
Todo comienza con una gran narrativa política. Los conspiradores traman en contra del pueblo, por lo que el pueblo debe elegir a un líder que lo encarne, para derrocar así a los conspiradores. En México se le llamó “la mafia del poder”, incrustada en los andamiajes del Estado mexicano, por lo que se debía “separa al poder económico del poder político”; en el Estados Unidos de Donald Trump lo conocen como “el Estado profundo”. Sin embargo, el Estado y la democracia mexicanas, claramente menos consolidadas que en Estados Unidos, se rindieron ante la narrativa lópezobradorista, la cual ha sido continuada en la presente administración de Claudia Sheinbaum.
“El costo social de la captura del Estado puede ser enorme cuando prevalece la configuración de las reglas del juego por parte de la élite para su propio beneficio”, comentó Daniel Kaufmann, académico pionero en materia de gobernanza y anticorrupción. El académico chileno creó un Índice de la Captura del Estado, el cual ha sido ampliamente discutido a nivel mundial. Hay tres esferas fundamentales para saber si un Estado ha sido capturado: estado de derecho (corrupción en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, así como la independencia de este último), gobierno y política pública (compra del voto, transparencia en los gastos de campañas, distribución del poder por la posición socioeconómica de las personas), y un ambiente propicio para la captura (desigualdad, calidad regulatoria, extensión de la corrupción).
Los retrocesos bajo Morena han sido evidentes en básicamente todas las áreas mencionadas. Primero, México se encuentra en su nivel más bajo en el Índice de Corrupción de Transparencia Internacional desde que se creó, hace 30 años; el poder legislativo se ha abrogado la prerrogativa de “supremacía constitucional”, ante la cual no procederá ni el amparo; y la elección judicial augura el fin de la independencia del Poder Judicial. Segundo, la compra del voto a través de los manejos clientelares de los programas sociales se profundizó; las reglas electorales han dejado de existir, con un INE y un Tribunal Electoral capturados; y no se ve diferencia alguna en la distribución del poder en base a la posición socioeconómica de las personas (aunque más mujeres han accedido a él, por otra parte los grandes empresarios se han visto sumamente beneficiados con Morena). Tercero, existe una desigualdad histórica en el país, aunque ciertamente ha habido una disminución en la pobreza, aunque un incremento en la pobreza extrema, bajo Morena; los organismos constitucionalmente autónomos en materia regulatoria han sido destruidos, así como aquellos en materia de transparencia.
Una minoría, que se arrogó una sobrerrepresentación del 20%, está llevando a cabo un retroceso histórico para el cual no tiene mandato popular. Ya capturaron al Estado mexicano. Y lo que sigue a partir del 1 de junio es el golpe final que acabará con la democracia mexicana.
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