Ideas

Pendulazos y elogio de la moderación

En la secundaria nos enseñaron que, de acuerdo con las leyes de la física sistematizadas por Newton en el siglo XVII, “a toda acción corresponde una reacción de igual magnitud, en la misma dirección, pero en sentido contrario”. Aunque en política sucede algo similar, las ciencias sociales han estudiado poco este fenómeno que coloquialmente conocemos como el pendulazo, ese cambio súbito que opera en sentido contrario y que niega todo lo que apenas unos años atrás se consideraba como un avance.

El pendulazo opera igual desde la izquierda que desde la derecha y está generalmente asociado con líderes populistas. Cuando vemos a personajes como Javier Milei o Donald Trump cargando con esa virulencia contra los derechos de identidad sexual es evidente que no están solos, que hay detrás de ellos el apoyo de un sector de la sociedad cada día más polarizada. La reacción a la cultura Woke, que hizo de la igualdad de derechos no sólo una causa justa sino una militancia, pone hoy en riesgo todos los avances en materia de derecho a la identidad.

Lo que la generación de la transición a la democracia consideramos grandes avances resultó no serlo para muchísimos mexicanos que quedaron excluidos del desarrollo. Morena los borró de un plumazo, sin escuchar a nadie. Literalmente tiró al niño junto con el agua sucia de la bañera. Lo mismo que hicieron lo morenistas puede pasar en unos años con los cambios constitucionales y las ideas que impuso Morena, en la mayoría de los casos más como una reacción a eso que ellos llaman la época neoliberal que como fruto de la construcción de un país plural.

México no está exento de un pendulazo. Si los gobiernos de la llamada Cuarta Transformación creen que su fortaleza es la debilidad de los partidos políticos de oposición, pueden cometer un error gravísimo. Los Kirchner no tenían oposición partidista, pero Javier Milei les brincó de la chistera. Los Demócratas creían haber derrotado Trump para siempre en 2020; sin embargo, unos años después revivió y se recompuso cual si fuera Terminator.

El centro político, el gradualismo y la moderación pasaron de moda y, con ello, la capacidad para escucharnos y construir juntos. Más temprano que tarde la derecha en México volverá a crecer con posiciones más radicales merced de la polarización que vive el país y el mundo. Por paradójico que parezca, a quien más conviene en este momento un sistema de partidos estable y bajar la velocidad de las reformas es al Gobierno de Claudia Sheinbaum. Evitar el pendulazo pasa por canalizar democráticamente a la oposición; es decir reconocerla, darle espacio y, sobre todo, escucharla.

diego.petersen@informador.com.mx

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