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Los aprendices de brujo

En Fantasía, la película más auténtica de Walt Disney, el aprendiz de brujo, encarnado por Mickey Mouse, está feliz con el poder que le da el sombrero de mago. Cuando logra que la escoba y las cubetas le obedezcan y se pongan a limpiar solas, se embelesa con su poder, lo usa indiscriminadamente y termina desatando un caos. El poder de la investidura transforma al pequeño personaje en un prepotente. Algo similar está ocurriendo con los nuevos políticos de la Cuarta Transformación. 

No les gustó que el ministro Juan Luis González Alcántara les corrigiera la plana. La resolución dejó en evidencia que la Reforma Judicial está hecha para satisfacer los deseos del líder, llena de huecos y contradicciones. No contentos con haber aprobado una reforma hecha con las patas, inoperante e inoperable, cuando los Ministros de la Corte ponen en la mesa su renuncia, tal como lo plantea la reforma, los empoderados políticos de fantasía amenazan con desconocer los derechos que las mismas leyes que ellos hicieron les otorgan.

Pero los aprendices de brujo, investidos por el poder del puesto que representan, no están dispuestos a escuchar nada que los contradiga, aunque tenga todo el sentido del mundo, mucho menos si viene de la Suprema Corte de Justicia. El poder es de ellos y solo para ellos. Gerardo Fernández Noroña, Adán Augusto López, Ricardo Monreal y otros cuantos ya se vieron controlando la puerta de acceso al Poder Judicial, decidiendo la vida de jueces y magistrados, convertidos en el poder detrás del poder.

El desastre que van a desatar tendrá un costo enorme para el país y un gran beneficio para ellos. Son la casta política del futuro. Por ellos pasarán la nueva corrupción judicial. Porque no se va a limpiar, como dicen, la administración de la justicia simplemente tendrá nuevos dueños, nada más. El problema es que, en esta tormenta que están generando los brujos hay nubarrones que se les pueden fácilmente salir de control. El principal riesgo es, por supuesto, la intervención del crimen organizado en la elección. La propuesta de una comisión de selección es lo que les asegura meter a sus cuadros, aunque difícilmente podrán detectar y eliminar a quienes serán apoyados por los diferentes grupos criminales.

Si los primeros en querer torcer la reforma son ellos mismos por un simple y burdo afán de venganza, podemos esperar cualquier cosa de estos operadores. La mesura del poder nunca llega por la conciencia ni por la buena voluntad sino por la ruda y terca realidad. A la nueva casta divina no la va a abollar ningún discurso o declaración sino los pleitos internos, las fallas en el proceso electoral, los efectos económicos de la reforma y la violencia sostenida por una nueva impunidad.

diego.petersen@informador.com.mx

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