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El traidor, los puntos y las comas

Más allá de que se estuviera de acuerdo o no, con todo o en partes, con el contenido de la reforma eléctrica, la pregunta es quién la traicionó. No al país, como retóricamente dice el presidente para señalar un culpable frente a sus seguidores, sino a la reforma.

En una rápida mirada al proceso legislativo, es claro que López Obrador la mandó al matadero, que fue él quien decidió que se votara cuando no tenía el apoyo suficiente, quien optó por un todo o nada cuando sabía que era una apuesta perdida de antemano.

Si hubo un cabildeo importante en este extraño proceso legislativo, no fue el de las empresas con los diputados de oposición sino el del gobierno de Estados Unidos. Y no se hizo en San Lázaro, fue en Palacio Nacional. Los mensajes del vecino del norte fueron subiendo de tono y terminaron en sutiles pero sinceras amenazas. La reforma energética viola el Tratado de Libre Comercio, ya nos veremos en los tribunales, es en síntesis lo que dice la carta enviada por la representante de comercio estadounidense, Katherine Tai, a su homóloga en México, Tatiana Clouthier, unas horas después de que John Kerry acudió, como enviado personal del presidente Joe Biden, a hablar, no con los diputados, sino directamente con López Obrador (que para efectos prácticos es también el líder de la bancada de Morena, Verde y PT).

En busca del aplauso de la tribuna, el presidente envió para su aprobación inmediata una Ley Minera absolutamente innecesaria, pues no se puede nacionalizar lo que ya es propiedad de la nación: el litio. No lo digo yo, lo dijo él mismo hace dos años cuando le preguntaron explícitamente sobre el tema. Lo que los seguidores del presidente quieren ver como una genialidad, no es, pues, sino una estrategia política para cambiar el tema después de la derrota auto infringida.

La votación de la Ley Eléctrica, dicen orondos los lopezobradoristas, sirvió para hacer una lista de los traidores a la Patria. Es, por decir lo menos, una forma extraña, cara y poco inteligente de hacer listas. Para lo que sí sirvió es para que los partidos de oposición, los “moralmente derrotados” derrotaran al presidente y mandaran un recordatorio: la reforma electoral que pretende y las modificaciones al estatus de la Guardia Nacional pasan por una negociación, como en toda democracia, o no pasarán.

Atrapado en su propio discurso mesiánico (que nadie se atreva a tocar un punto o una coma de las palabras dictadas desde las alturas) López Orador prefirió matar la Reforma Eléctrica y traicionar cualquier posibilidad de cambio, antes que discutir.

diego.petersen@informador.com.mx

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