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Aprendices de fascistas

Llamar traidores a la Patria a los diputados que, por los motivos que sean, votaron en contra de la Ley Eléctrica que proponía el presidente López Obrador, es un exabrupto fuera de lugar, una retórica que puede rayar en la difamación y que abona a la polarización. Hacer una lista con nombres y apellidos y subirlos a redes sociales, imprimirlos y difundirlos es un acto que raya en el fascismo.

Hacer listas de los enemigos de la Patria y convertir en delito la forma de pensar del otro, del diferente, fue el deporte favorito de los fascistas. Solo los que están con el líder, los que aplauden, caben en la república reformada. Los que cuestionan y se oponen a los deseos del intérprete único de la voluntad del pueblo no merecen ser escuchados, sino repudiados.

La actitud fascistoide de los líderes de Morena, Mario Delgado y Citlalli Hernández, seguida por los líderes del partido gobernante en la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna e Ignacio Mier, de imprimir carteles con los nombres y las fotografías de los diputados que votaron en contra de una ley, no es una ocurrencia personal o un exabrupto que se explique por la frustración de la derrota. Es parte de un discurso político de exclusión de que se ha venido naturalizando después de la elección intermedia, cuando la alianza gobernante perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados.

El paso del discurso al acto, de las acusaciones genéricas -como decir rateros, corruptos, ineptos, vende patrias- a la personalización de la persecución debe ponernos en alerta sobre el rumbo político del país. No son los recursos naturales ni la autonomía energética los que están en juego: el Estado mexicano nunca ha perdido la rectoría en la materia. Hemos tenido gobiernos y empresas que han abusado corruptamente de las concesiones, pero es un tema que debe resolverse en tribunales. Lo que está en juego en esta guerra personalizada que ha emprendido Morena es la democracia y el derecho a disentir.

Lo peor que nos puede suceder como país es que naturalicemos estas actitudes de persecución a quien piensa diferente. Si hay algún diputado que haya comprometido su voto corruptamente, que haya representado corruptamente intereses particulares, que se haya vendido a un empresa especifica, hay que denunciarlo y probar ese delito. Pero no fue uno, ni dos, ni un grupo, como dijo despectivamente el presidente, los que votaron en contra: fue la oposición en pleno, 223 diputados, 45 por ciento de la representación popular, los que en uso de su derecho dijeron No.

Polarizar es una estrategia política que nos puede gustar o no, pero es parte del juego democrático. Listar es una estrategia de exclusión de gobiernos totalitarios.

diego.petersen@informador.com.mx

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