¿Derrota con sabor a victoria?
Ante la estrepitosa caída de popularidad del presidente Joe Biden -sólo el 36 por ciento de la población aprueba su trabajo- y de que en el escenario demócrata - por el momento- no aparece en el panorama un sólido contendiente a la nominación para la elección presidencial de 2024, la derrota de la congresista Liz Cheney del martes por la noche en las primarias en Wyoming es la mejor noticia para los opositores -republicanos o demócratas- de Donald Trump, quien intenta regresar a la Casa Blanca.
Cheney no estará en la boleta de noviembre próximo y deberá de dejar su lugar en la siguiente legislatura de la Cámara de Representantes, pero por el contrario, al señalar que “Donald Trump sigue representando una amenaza y un riesgo muy grande para nuestra república”, ha prometido meditar su posible participación en la carrera para obtener la nominación republicana y llegar a la Oficina Oval.
La noticia es buena para quienes se oponen -seguidores de ambos partidos- al ex presidente Trump, que aunque tiene el control del Partido Republicano, no cuenta con el apoyo de una gran sector de la población. Y para los demócratas, que posiblemente no cuenten con una figura sobresaliente en la boleta electoral, el perfil de Cheney pudiera ‘enamorarlos’ y darle su voto a una propuesta más afín a los intereses de minorías y migrantes.
Trump -antes y después de estar en la Casa Blanca- denigró a los políticos de carrera, de donde procede Cheney. La aún legisladora, es hija de Richard ‘Dick’ Cheney, político y empresario que se desempeñó como vicepresidente de los Estados Unidos durante la presidencia de George W. Bush. Y en su carrera, Liz Cheney llegó a ocupar el lugar como la tercera republicana de mayor rango en la Cámara de Representantes, misma posición que ocupó su padre antes de convertirse en vicepresidente.
Es una mujer que no vacila, y así como enfrentó a Donald Trump durante su presidencia, se le ve una contendiente capaz de confrontar a un hombre con el peso político de Trump, muy a pesar de los problemas legales a los que se enfrenta en la actualidad.
Liz Cheney pertenece al grupo de políticos de Washington que está a favor de tener un gobierno interno chico y moderado, donde los impuestos se manejen de una manera conservadora - al más bajo nivel- y de contar con una amplia política exterior, con el compromiso de asistir en el desarrollo y no encaminado al empoderamiento.
Para muchos, la derrota de Cheney en las primarias del martes fue la mayor venganza de Trump -al no apoyarla y por el contrario respaldar a su oponente en la contienda electoral-, pero otros, la mejor noticia -con sabor a triunfo-. Porque de haber continuado en el Congreso, nunca -posiblemente- hubiera pensado en la probabilidad de contender por la presidencia, además de que no se vislumbraba quién pudiera oponerse a Trump en la arena republicana. Hoy, Cheney representa ‘la contra’ trumpista republicana y posiblemente la esperanza demócrata de que Trump - en caso de que estuviese habilitado- no pudiera llegar a sentarse nuevamente detrás del escritorio de la Oficina Oval en Washington. ¿Usted, qué opina?
daniel.rodriguez@dbhub.net