Del tesón del fotógrafo cubano
A media cuadra de la antigua Escuela de Ballet en La Habana, Cuba, nació y creció el fotógrafo LJ a quien acabo de conocer. De abuelo chino que cayó en la isla antes de la Revolución, su familia se quedó hasta hace muy poco tiempo que de uno en uno, fueron migrando a una vida distinta como dice él y (no) necesariamente mejor.
Va y viene de su ciudad natal, gracias a una visa de turista que le otorgó el ministerio del exterior y la usa casi exclusivamente para asistir al montaje de sus propias exposiciones y venta de su obra en la península de Yucatán. Mérida, o el centro de ella, le recuerda tanto como a mí, ciertas esquinas y barrios de La Habana, el acento aunque distinto es tanto uno como el otro particular, y la gente es ya casi del trópico: amable, saludadora, visiblemente entusiasta y de miradas francas. LJ, acostumbrado al caminar de las bailarinas, en cuanto tuvo una cámara no dudó en retratarlas. Sabe de repertorio clásico como los mismos bailarines, sabe de vestuarios, técnica, coreógrafos, música. Físicamente poco le falta para moverse como uno de ellos porque de pinta, casi pasaría por cualquiera. Lo que sí es claro es que es totalmente un artista multidisciplinar puesto que al evocar distintas áreas del arte en su camino y a través de su lente usarlas como herramientas, logra conjuntar arquitectura o bien naturaleza con ballet clásico.
Año con año, me siguen sorprendiendo los artistas cubanos. La seriedad con la que trabajan (seamos admiradores o no de su obra) es envidiable. El hambre con la que se mueven y por la que son famosos mundialmente viene heredada por un sistema y desde la cuna, nosotros, creo, no la conocemos. El tesón por el qué hay que sobresalir haciendo lo que uno ama es inspirador en cada uno de ellos. Este año, ojalá pueda experimentar el artista mexicano por lo menos ideológicamente, esa disciplina incansable con la que se mueren por existir y crear (si es que no es lo mismo).
En un año de elecciones, ojalá nosotros, los artistas mexicanos y ciudadanos en general podamos escoger no participar en ellas sirviendo al poder, sino concibiéndonos desde el mismo. Los artistas fueron, son y serán siempre los engalanados del festín. Que el sistema no ponga las condiciones ni las modas que para eso está el ejemplo de LJ y su contexto, entonces pues, a trabajar.
Y que usted tenga, querido lector, un año maravilloso lleno de salud y trabajo. Con eso.