Dejar ir… la belleza
Al hecho consumado de haber cerrado, con orgullo, el ciclo de vida del Festival de Cine & Artes de Tapalpa mucha gente me pregunta —alguna azorada, otra asustada y unos menos en tono trágico— “pero, por qué”, así con el “pero” en primera plana. Je.
Cerrar ciclos —veo hoy— está satanizado, parecería como un equivalente al fracaso… Y no hay nada más erróneo. Cerrar ciclos es crear también, dejar ir aún en la belleza, aún en el éxito —lo que sea que esto signifique para cada quien—. Y eso es lo que ha pasado con nosotros, conmigo.
El Festival de Cine & Arte terminó en el 2017 un ciclo que estaba profetizado de origen, siendo —como fuimos— un festival independiente que contaba con ayuda de algunas empresas privadas y otras instancias públicas, su proceso era poderoso, íntimo, singular y finito. De hecho estoy en contra de festivales que siguen con vida y ya desde hace años perdieron su objetivo, su visión, su misión y sus equipos no se revisan. Estamos acostumbrados a seguir adelante por deporte, sin reflexionar nuestros procesos. A seguir adelante por un sueldo, porque sí, porque si no qué hago, porque está bonito (“cómo lo vas a dejar”), porque está fansy, porque es único, porque hay que crecer aunque no se tenga claro para dónde…
Oigan, pts, pts: En su ritual de Año Nuevo, D E J E N I R.
Gente bonita, cierre las cosas que ya no le sirvan, aún si esas cosas alumbraron su camino y le dieron cierto grado de felicidad.
Desde el inicio de proyecto de cine, me interesaba seguir dialogando con la comunidad serrana y con la comunidad artística—en este caso cinematográfica— después de haber dejado en el aire el proceso creativo del Festival de la Luna —mismo que dirigí del año 2008 al 2010—, no estaba lista para irme, todo el equipo nos encontrábamos a la mitad de un camino y el compromiso con lo que habíamos trabajado durante años, era alto. De esa coyuntura nacimos y esa compuerta es la que cerramos hoy. No pasa nada, pasa que nos vamos y está bien.
Ahora además de haber creado un festival —súper diferente al de la Luna que era más escénico— con un equipo maravilloso —que además, dicho sea de paso, encontrar ese equipo fue toda una hazaña de prueba y errores—, le hablamos a una comunidad que nos lo permitió y aprendimos otro orden, a relacionarnos desde otra plataforma, a producir diferente, a provocar de otra manera.
Lo único que tenemos claro es el cambio. Personalmente, lo celebro.