Contrarreforma energética
La reforma energética se inició en agosto de 2013 a iniciativa del presidente Peña Nieto, con el objeto de modernizar la industria petrolera y reafirmar la soberanía de México en los hidrocarburos, así como dar entrada al capital privado en este tema.
En la exposición de motivos del Decreto se asegura que el motivo de la reforma es bajar los costos de los consumos de luz y gas, aumentar las inversiones y los empleos e incrementar la producción de petróleo a 3 millones de barriles diarios, lo cual podemos ahora constatar, no se logró y no pasaron de ser declaraciones de las que ya estamos acostumbrados a que no se cumplan por la falta de credibilidad en el gobierno.
En efecto, en el mes de junio de 2021 la plataforma nacional producía un millón 681 mil barriles diarios, de los cuales sólo 70 mil provienen de contratos privados. Lo que se prometió en la exposición de motivos no tiene nada que ver con la realidad, por lo que debemos olvidar que para el año 2025 llegaremos a producir 3.5 millones de barriles diarios.
Ahora con la Cuarta Transformación tenemos nuevas promesas, lo cual será más difícil de cumplir porque la reforma a la Ley de Hidrocarburos y la Ley de la Industria Eléctrica han generado un mal clima de inversiones, incertidumbre y retroceso.
No obstante que la reforma energética de Peña Nieto está vigente, la inversión privada está paralizada y con litigios en los tribunales. La soberanía energética está paralizada y con litigios en los tribunales. La soberanía energética no se logrará mientras Pemex no tenga la capacidad técnica, operativa y de gestión para desarrollar actividades de exploración.
Por otra parte, la actitud del Ejecutivo de atacar a las energías limpias va en contra de la salud y el progreso.
Ahora está a discusión en el Congreso una nueva reforma constitucional para favorecer a las plantas estatales de generación eléctrica; para ser autosuficientes y limitar las ventas de energía de proyectos privados con inversión extranjera para favorecer a la compañía estatal mexicana CFE.
La reforma constitucional a los artículos 25, 27 y 28 ya ha sido aprobada, lo cual en realidad se trata de una contrarreforma que asfixia la transición energética.
Con esta reforma las energías renovables pierden porque en las nuevas reglas de suministro el gobierno dará preferencia a la energía producida, distribuida y vendida por CFE, que es poco más de la mitad del total.
Como resultado de estas reformas se aumentarían las emisiones de gases efecto invernadero GEI causantes del cambio climático que ahora genera el 67.3% del total de emisiones en el país por la explotación de hidrocarburos.
La contrarreforma eléctrica presentada por el Ejecutivo elimina los Certificados de Energía Limpia (CEL) , incorpora el Centro Nacional de Control de energía (CENACE) a la CFE, los particulares solo podrán vender energía a la CFE. El uso de carburos y combustibles para generar electricidad coloca a México entre los países más retrasados en ese ramo.