Contra las rocas
Como un enorme barco de vela, la propuesta de Reforma Eléctrica del presidente López Obrador se fue a estrellar contra las rocas hasta quedar hecha astillas.
Esto ante la desesperación de la tripulación de morenistas y aliados que desde hace días veían el trágico fin que iba a sufrir la iniciativa y ante ello no hubo cambio en el timón; el capitán jamás varió el rumbo ni buscó forma de evitar la colisión.
Simplemente dejó que el navío se fuera a estrellar en medio de los gritos desesperados de la tripulación que ni pudieron ni quisieron hacer algo por revertir la situación.
Se murieron con la suya.
Llama profundamente la atención el desenlace porque se trataba de una de las propuestas más importantes del gobierno de la 4T y significaba modificar la Constitución.
Hace mucho tiempo que el partido en el poder no cuenta con esa mayoría calificada que permitió antaño sin oposición que este tipo de propuestas se aprobaran sin chistar.
Desde hace algunos sexenios las iniciativas de este tipo obligaban al gobierno en turno a negociar con la oposición para conseguir los votos suficientes.
Históricamente hubo todo tipo de negociaciones: las decentes y las indecentes; las claras y transparentes y las oscuras y tenebrosas; las honorables y honradas y las sucias y pecaminosas.
Vamos, fueron negociaciones tan disímbolas como es la política mexicana
Pero en este caso de la Reforma Eléctrica si hubo negociación o fue muy tímida o falló desde sus primeros intentos.
Aunque todo hace suponer que la solidez que todos los partidos de oposición unidos mostraron al momento de votar en contra habla de cero interés por negociar de López Obrador.
Suena lógica esa falta de interés por negociar si consideramos que si algo caracteriza a este presidente en su personal forma de gobernar es la soberbia.
Dueño de la verdad absoluta es incapaz de ceder un paso; por eso las iniciativas marchan sin cambiar una coma.
Aunque bien visto, y observando la forma en que el navío se fue a estrellar contra las rocas, tal parece que fue intencional.
La propuesta de Reforma ya había producido demasiados actores molestos, como Estados Unidos y buena parte de las empresas que ya se dedican a generar eléctrica, y eso empezó a causar mucha comezón en el gobierno de la 4T.
No se veía una solución razonable sin hacer cambios importantes en la propuesta.
Por lo tanto no es del todo descabellado pensar que el capitán provocara que se estrellara el barco y desapareciera para siempre.
Se salvó de seguir teniendo problemas, quedó como víctima de sus adversarios y el único costo fue golpe moral para sus incondicionales que por primera vez en este gobierno perdieron una.
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