Ideas

Constructores de paz

No hay agonía más grande que la búsqueda de un familiar desaparecido, pues en ese incansable recorrido en el que se transita entre el dolor, la angustia, el rechazo o la indiferencia también se va la vida. Y es que cuando la violencia toca a una familia y uno de sus integrantes desaparece se destruye el futuro y hay que darle un nuevo sentido al presente. Algunos no lo consiguen.

Jalisco es una de las entidades del país con mayor índice de personas desaparecidas y hallazgos en fosas clandestinas, pero también una que, en el afán de revertir los números crecientes, integra comités ciudadanos para vincular los órganos de gobierno con la sociedad. Y no es para menos, de las más de 85 mil personas desaparecidas en México reportadas entre 2006 y 2021, el Estado contabiliza más de 12 mil 500 casos.

La desaparición forzada puede tener muchos rostros y agentes involucrados: ya sean comandos armados o el engaño para convencer a los más jóvenes de salir de casa, pero siempre deja detrás a una familia fragmentada, es por ello que algunas se han dado a la tarea de cohesionarse en el Movimiento Búsqueda Nacional en Vida por Nuestros Desaparecidos, en el que más de 100 personas recorren las entidades del país llevando fotografías, archivos y expedientes de aquellos que un día dejaron de estar a su lado con el afán de encontrarlos.

Esas personas que un día fueron empresarios o trabajadores con una vida diseñada para cuidar de sus familias se transformaron de la noche a la mañana en activistas, detectives, peritos y forenses que, con picos y palas, se convirtieron en constructores de paz que le perdieron el miedo a todo, como lo hiciera Marisela Escobedo (“Las tres muertes de Marisela Escobedo”. Documental, 2020), la mujer que le demostró al sistema que es posible encontrar a un desaparecido y a su victimario; sin embargo, el sistema le demostró a esa mujer que la justicia no es ciega, simplemente mira hacia otro lado.

Para exigir que la desaparición forzada se mire de frente es que el Movimiento hizo escala en Jalisco, aunque las puertas sólo se abrieron en la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Jalisco y la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas Desaparecidas, las autoridades mantuvieron su puerta cerrada a esas familias que llevan más de una década tratando de encontrar a sus seres ausentes. Pese a todo, cada oportunidad vale oro, así sea acercándose a los internos de los Centros de Readaptación Social en cada Estado que les permite el acceso, una práctica valiosa para ellos, pues tienen la esperanza de que quizá alguno pudiera brindarles información y generar una nueva línea de investigación.

Y es que las familias de Búsqueda Nacional en Vida ya saben lo que es un expediente perdido, que no se le dé seguimiento al caso, acudir a la Fiscalía y el Servicio Médico Forense una y otra vez, pedir el apoyo de la Comisión de Búsqueda o la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas. Ya saben lo que es que las autoridades cierren los ojos, pero confían en que pronto termine la apatía y se le dé celeridad a los procesos vinculando a las autoridades estatales del país. Al final del día ellos han vivido una pérdida, una silla vacía, pero no están dispuestos a normalizar la violencia, exigen visibilizar el problema y la no repetición.

Los integrantes del Movimiento saben que la vida se agota, que su camino y su lucha significan también una desaparición para quienes los esperan en casa, pero el olvido es algo que no están dispuestos a aceptar y seguirán caminando hasta el último suspiro.

puntociego@mail.com

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