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Muchos adultos crecimos con la consigna de “no hablar con extraños” en la calle, y eso seguramente nos salvó de más de una situación de peligro en un espacio abierto donde era común salir a jugar unas cuantas horas sin la supervisión de un adulto y en la que ver a grupos de niños por las banquetas volver a casa de la escuela era parte del día a día; una práctica hoy impensable para la mayoría de los padres.

Vivimos en constante estado de alerta y no es para menos. Ese espacio abierto del que todos alguna vez nos apropiamos ya no nos resulta tan libre o confiable, ni para los niños ni para los adultos. Todos conocemos a alguien o hemos sido víctimas de la inseguridad en la calle alguna vez.

Leí días atrás una nota que me hizo preguntarme a qué grado de susceptibilidad hemos llegado en los espacios públicos si incluso en una parada un sujeto sale de la nada y agrede con ácido sulfúrico a un grupo de personas esperando abordar una unidad. Así, sin más. Inmediatamente vino a mi mente el caso de Zoe, la joven trans que fue agredida el año pasado en el centro de la ciudad por un sujeto no identificado y el terrible trato que recibió en instituciones médicas luego del ataque que sufrió.

Ahora, a plena luz del día, un impresentable agrede a cuatro personas en la vía pública con una botella de ácido sulfúrico y cambia la percepción de seguridad en un espacio abierto que posiblemente era parte de su día a día para muchas personas.

El responsable fue capturado en cuestión de minutos y las personas agredidas atendidas en servicios de emergencia. Al parecer sólo una de ellas se reportó grave y continuaba recibiendo atención médica. ¿Quién en su sano juicio sale a la calle con una botella de ácido dispuesto a estropear la vida a una persona? Lamentablemente hay gente así allá afuera y nada tiene que ver con las autoridades. Afortunadamente la experiencia nos enseña que debemos aprender de los errores y actuar en consecuencia.

Leí también que en el Congreso se busca reformar la ley de Acceso de las Mujeres a una vida libre de Violencia y el Código Penal para sancionar con hasta 12 años de prisión las agresiones con sustancias tóxicas o corrosivas en contra de mujeres y niñas. Seguramente no tuvo nada que ver este desafortunado incidente en el que dos hombres y dos mujeres resultaron heridos para considerar la iniciativa, pero nos permite ver que basta un caso de acto de odio, como le sucediera a Zoe, para generar acciones al respecto.

Hemos modificado nuestra percepción del espacio y ambiente seguro. Por ello no es de extrañar que en el informe del Inegi sobre la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana que corresponde al primer trimestre de este año, el 70.2% de los mexicanos se sientan inseguros en el transporte público y el 58.6% se sienta inseguro en las calles que regularmente transitan. Esperemos que este clima de desconfianza cambie, y las acciones de nuestras autoridades trabajen y bien para que esa percepción cambie las estadísticas.

Gabriela Aguilar

puntociego@gmail.com

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