Cascanueces, por primera vez
Por fin llegó la época del año en que el muñeco más famoso del mundo, el Cascanueces, cobra vida en el profundo sueño de Clara y juntos, caballero y niña, parten hacia un mundo mágico y dulce lleno de fantasía y calidez.
No hay diciembre sin Cascanueces y no hay Cascanueces que no llegue para anunciarnos que estamos próximos al fin del año. El Cascanueces se estrenó el 18 de diciembre de 1892 en San Petersburgo y desde entonces, sin temor a equivocarme debe ser junto con Lago de los Cisnes el ballet más representado y sobre todo esperado tanto por artistas como público en general.
Todo en la puesta tiene una explicación y aunque hay varias interpretaciones, para los niños, quienes (afortunadamente) no han leído estas nos demuestran con una claridad envidiable que entre ratas, soldados, un padrino mágico, copos de nieve y muñecos que se vuelven de verdad, el Cascanueces es un viaje en el que juntos, todos, partimos hacia un mundo dulce (con suerte hacia el interior) lleno de color donde en todos los lugares a los que lleguemos con curiosidad y siendo nosotros mismos, seremos siempre bienvenidos.
Después de ver y estar en tantas producciones de esta obra que no termina, como todas las grandes historias, el legado del sueño de Clara para mí es ese, el de volver constantemente a los ojos de todos los niños que por primera vez ven el Cascanueces entre asombro y éxtasis.
El mejor público será siempre el público de esos pequeños que sí creen que un muñeco se vuelve de verdad con un poco de magia y que el mundo es tan dulce como el más cálido abrazo de alguien que nos ama. Con una temporada que viene en el mundo para colegas y amigos, me queda desear mucha suerte y bailar con el espíritu de los niños que nos verán por primera vez, hoy y siempre.
argeliagf@informador.com.mx• @argelinapanyvina