La elección sacudió a los presidenciables
La elección del 6 de junio sacudió el tablero de la sucesión presidencial.
En términos del 2024, para el presidente López Obrador y su partido han sido unas semanas duras: entre mayo y junio, sus dos presidenciables favoritos quedaron severamente heridos.
La noche del 3 de mayo, al derrumbarse un tramo de la Línea 12 del Metro, Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum sufrieron duros descalabros. Mucho más el primero que la segunda. El colapso, aunado a las sospechas de corrupción que han acompañado a esa obra, serán imborrables para el canciller.
Para Claudia Sheinbaum, la crisis tenía salida: culpar a Marcelo. No iba a ser sencillo zafarse de la responsabilidad, pero se podía. Sin embargo, la derrota brutal de este domingo en la Ciudad de México la deja también en la lona. La caída de Morena en la capital tiene que ver más con un voto de castigo a López Obrador que a Sheinbaum, pero aún así, ella era la encargada política de operar la elección y rendirle buenas cuentas a su jefe. Fracasó.
Por si las malas noticias no fueran suficientes para el presidente, dentro de su propio partido, el que salió fortalecido fue Ricardo Monreal, cuyo hermano será gobernador de Zacatecas y cuya favorita ganó, desde la oposición porque le negaron la candidatura morenista, la alcaldía de Cuauhtémoc en la Ciudad de México, de la que Monreal había sido delegado. López Obrador siempre ha obstaculizado a Monreal. Le da trato de “mal necesario”. Pues el mal necesario quedó mejor parado que su heredera y su colaborador de confianza.
Para fortuna del presidente, en los demás partidos no parece haber figuras relevantes.
En el PRI se viene una lucha encarnizada entre Alejandro “Alito” Moreno y Alfredo Del Mazo. Si se confirma la derrota priista en Campeche, Alito queda en la lona. Es casi una regla escrita de los priistas que tienes que ganar tu estado antes de pensar en una candidatura presidencial. Alito buscará reconfigurarse, pues podría ser el coordinador de la bancada de diputados del PRI opositores. Tendrá viento en contra porque su principal rival dentro del partido, el gobernador del Estado de México, entregó buenas cuentas el domingo: le fue bien en las elecciones municipales mexiquenses. Del Mazo todavía tiene en juego su propia sucesión en el 2023, condición necesaria aunque no suficiente si quiere aspirar a la candidatura presidencial.
En el PAN, Ricardo Anaya decidió no ser candidato para la elección de este domingo. No formó parte de la pelea por los contrapesos. Intentó mantenerse en la discusión pública, pero no lo logró cabalmente y aparece desdibujado, esporádico. Algunos gobernadores panistas entregaron buenas cuentas electorales, pero ninguno ha manifestado con empuje y ahínco su aspiración presidencial.
En Movimiento Ciudadano está Enrique Alfaro, quien siempre ha coqueteado con la idea, pero si algo dejó claro este domingo es que MC por sí solo no tiene presencia nacional: sacó 7% de los votos y una bancada de unos veinte diputados. Aunque a Alfaro le fue bien en Jalisco, no se le considera “el” padre de la victoria de Samuel García en Nuevo León. Dentro del partido, más bien le nacieron posibles rivales.
Del Verde, PRD y PT sólo es esperable ver a quién se le juntan.
Lo que queda, entonces, es esperar. A ver si alguien repunta, a ver si algún tumbado se levanta de la lona, o a que surjan nuevas figuras entre los gobernadores o legisladores, nuevos o en funciones.
Al cabo que todavía faltan tres años.