Más apoyo familiar
Comprendemos que dentro de la familia existen muchas diversas formas de pensar, por ello no es extraño que durante esta pandemia, algunos sean mucho más cuidadosos y otros francamente indiferentes y despreocupados.
El problema es que si en una familia, con uno solo que no se cuide, puede contagiarse y de inmediato llevar el virus al hogar, sin ni siquiera saber que lo tiene.
De poco sirve cumplir con todas las indicaciones, si alguien no lo hace y no se toma en serio el no contagiar a los demás.
Especialmente hay la queja de varios adultos mayores, de enterarse de que sus hijos o nietos más jóvenes de plano tienen su vida social, de reuniones y eventos diversos, sin que se cuiden y protejan, hasta en algunos casos ni cubrebocas usan. Además, tienen el descaro de subir fotos del evento al que asistieron en sus diversas redes sociales y no tomar conciencia de las posibles consecuencias.
Los hijos, en ciertos casos, no son capaces de asumir la responsabilidad de cuidar a sus mayores; si fuera el caso al revés, con tal de cuidar la salud de un hijo, los padres son capaces de hacer lo que sea con tal de cuidarlos.
¿Por qué sucede esto? Algunos psicólogos afirman que es la usual inconsciencia del adolescente, aunada a una actitud egoísta, darle mayor valor a las amistades y a la diversión. Quizás, simplemente no tienen aún el suficiente alcance para ver las consecuencias de un descuido de esta naturaleza.
El caso es que se van a reuniones y eventos sociales sin tomar las debidas prevenciones y acaban contagiándose y llevando el virus a su casa sin darse cuenta. Lo que, evidentemente, puede ocasionar serios problemas a los demás.
Ahora es momento de que los hijos cuiden a sus padres, pero que lo hagan de la mejor manera posible. Tal y como sus padres los han cuidado a ellos.
Son tiempos de mantener la calma, de desarrollar la paciencia y de tratar de convivir de la manera más positiva. Y eso se demuestra hablando de cosas que agraden, teniendo una actitud de ayudar y colaborar con las necesidades de la familia. En fin, dejar a un lado los viejos conflictos porque no es momento para quererlos resolver. Y sobre todo, centrarnos en cuidarnos lo mejor posible de los peligros que nos acechan con esta pandemia. Si ya de por sí las cosas están difíciles, para qué echarle más leña al fuego.
Vamos aprendiendo de esta experiencia y saquemos lo mejor de ella, nos va a ayudar a valorar más lo que tenemos y a apreciar el cariño y el afecto de nuestros familiares y amigos. Los tiempos de crisis nos ayudan también a madurar y a cambiar el estilo de vida que teníamos por uno mucho mejor.
Invitemos a la nueva generación, sin regaños y sermones, a que se unan a la responsabilidad consciente de ayudarnos y cuidarnos.